jueves, 12 de marzo de 2020

¡Qué locura, qué capricho!


Por Alfonsa Goicoechea.

La conclusión que genera escuchar las exigencias y manifestaciones de la oposición nicaragüense fuera de toda lógica razonable y de toda norma legal vigente, contra la vida misma, se resume en las palabras de nuestro héroe cultural y de la dignidad nacional, Rubén Darío, contenidas en uno de sus más conocidos poemas: son solamente locuras y caprichos. Revisemos los hechos.

Terminando el mes de febrero del 2020 siguen demandando diálogo, cuando la delegación de gobierno asistió solitaria por decenas de semanas al punto de encuentro acordado, esperando poder debatir sobre la situación nacional a fin de encontrar solución de común acuerdo al conflicto que ellos mismos crearon. ¿Qué hicieron ellos? Públicamente se negaron a concurrir y además se burlaron de la paciencia digna de Job. Con esa actitud como posición de fuerza pretendieron presionar para alcanzar otras exigencias totalmente fuera de lugar según el Derecho, la Ética y la Moral. El esfuerzo previo de dialogar lo convirtieron en tragicomedia televisada, en la que trastocaron los papeles que debieron asumir en aras de salvar la Patria sacándola de la vorágine infernal que ellos mismos desataron y que ellos creyeron que era la fórmula ideal para cumplir los mandatos criminales que les llegaron del Norte, lo han declarado públicamente.

Como acto de buena voluntad para lograr un clima de paz el gobierno ofreció la amnistía para todos los detenidos a consecuencia de los actos criminales de terrorismo. Su respuesta fue rechazar la propuesta elevada unilateralmente a categoría de ley de la República. Su argumento fue que "no cometieron delito alguno". Ellos mismos publicaron en las redes sociales cientos de videos espeluznantes de los terribles crímenes cometidos, pero ellos insisten en decir que fue protesta cívica pacífica, y persisten en sus intentos de repetirlos.

Viven quejándose de la crisis económica que es clara consecuencia de sus destrozos, pero culpan al gobierno, el único en la historia de Nicaragua que ha sido capaz de lograr tal milagro económico sin comparación en la región. A pesar de múltiples esfuerzos combinados del gobierno, de muchos empresarios y de la población en general por recuperar la normalidad, insisten en decir que nada está bien ni normal, achacando al gobierno la responsabilidad de los problemas por no acceder a sus demandas absurdas. Actitud caprichosa de niño malcriado. A renglón seguido, en la lógica de su campaña absurda los voceros de la oposición prometen reconstruir la economía deteriorada. Debieron empezar por no destruirla.

Veamos, deterioraron la economía por acción y efecto del vandalismo generalizado y de los crímenes de todo tipo que ellos organizaron y financiaron, continuando hasta la fecha en las mismas prácticas demoníacas. ¿Cómo podría alguien creerles que tienen intención de reconstruir? Ni siquiera se detuvieron a pensar en la gravedad de los destrozos y homicidios que cometieron, ni de las consecuencias de tales actos para el país en su conjunto. Los empresarios adeptos a sus prácticas declararon al inicio del conflicto que no importaba la crisis y que todos debíamos pagar los costos, graves daños que ni ellos mismos imaginaron que alcanzarían a sus propios negocios.

Claramente nuestros problemas económicos son resultado de sus averías. Profundizan la crisis con las "sanciones" que viven demandando a otros países alrededor del mundo. Se alegran y celebran públicamente cada vez que otro país anuncia una nueva sanción en forma de menoscabo de la colaboración internacional.

Los vemos en el contexto de las negociaciones sobre el reajuste del salario mínimo. Invariablemente se han opuesto a todo incremento salarial, se ausentan de los debates, no presentan propuestas, rechazan los anuncios de los acuerdos, pero la última vez criticaron el pequeño porcentaje aprobado de común acuerdo, como si fueran los defensores de los trabajadores. Por otro lado tranquilamente despiden grandes cantidades de obreros para poder disminuir los costos y los perjuicios de sus actos.

Se quejan de las reformas tributarias y presupuestarias inevitables, aprobadas para enfrentar la situación. Se niegan a pagar impuestos. No aceptan la revisión de las exoneraciones de impuestos que han disfrutado por más de veinte años para que capitalizaran sus empresas y crearan empleos productivos. Alegan que es venganza y castigo del gobierno en contra de empresarios opositores. Si eso fuera así, ¿cómo se explica que en tantos años de concesiones no han podido lograr que sus empresas sean rentables y además pagar los impuestos que les corresponde por ley?

No solo destruyeron la infraestructura pública construida y/o reparada para beneficio de todos, sino que continúan dañándola. Últimamente hemos escuchado a las autoridades competentes denunciando robos y daños al tendido eléctrico establecido recientemente para beneficio de todos en lugares donde nunca antes existieron.

Se burlan y descalifican los esfuerzos por construir una nueva infraestructura de todo tipo con la afirmación que no es nada extraordinario porque esa es función obligatoria del gobierno. Ocultan que los neoliberales no solamente incumplieron, sino que permitieron el deterioro de las estructuras existentes limitadas a solamente una pequeña parte del país durante su periodo.

Exigen respeto al Estado de Derecho y a las leyes que regulan todos los ámbitos de la realidad nacional, pero como niños chiquitos patalean demandando el cumplimiento de sus exigencias absurdas y caprichosas fuera de los plazos y mecanismos que establecen las leyes.

Pretenden hacer manifestaciones públicas, pero se niegan a cumplir las regulaciones del respeto y salvaguarda de las personas y la propiedad pública y privada. Han demostrado que sus manifestaciones son violentas y vandálicas, pero se niegan a cumplir con pedir permiso y dar garantías necesarias para responder por los daños y perjuicios a terceros, entonces se declaran víctimas de persecución y de violación a su derecho a la libre movilización. Las disposiciones de la Constitución Política en todos los países del mundo están reguladas y complementadas por leyes y reglamentos que establecen cómo cumplir los mandatos constitucionales. No son cheque en blanco al portador. En cualquier país que se precie de democrático, el gobierno está obligado a salvaguardar la seguridad e integridad públicas.

A pesar que nadie los ha elegido o nombrado para cargo ninguno quieren hacerse pasar y reconocer como el único organismo calificado para representar al pueblo en cualquier debate, pasando por encima de los partidos políticos legalmente constituidos desde siempre para esos temas.

Demandan adelanto inmediato y a toda costa de las elecciones, pero se contradicen exigiendo a la vez reformas electorales. En las actuales circunstancias y para satisfacción de todos los ciudadanos es ilógico elegir autoridades sin antes revisar la ley y acordar reformas electorales.

Irrespetando las leyes correspondientes exigen que personas y organismos extranjeros dicten los nuevos contenidos, mecanismos y entidades encargados de administrar las normas electorales, algo totalmente ilegal e impensable desde cualquier punto de vista en cualquier país que se precie de democrático.

Quieren participar en las elecciones, pero sus celos, diferencias y contradicciones internas los incapacitan para constituirse como partido político, menos aliarse con uno de ellos. Descalifican y rechazan a todos los partidos políticos, sin haber alcanzado ellos tal carácter, con el agravante que se están terminando los periodos de ley para poder organizarse. La pregunta aquí es ¿cómo harán ellos para participar en las elecciones sin ser partido político y sin aliarse con cualquier partido legalmente constituido, siendo que de entrada se rechazan unos a otros? Por sus incapacidades y contradicciones, dos años antes de la fecha de las elecciones recurren a denunciar fraude electoral que solo ellos ven y ansían.

Con nuestro trabajo entusiasta y creador, todos los demás seguimos a nuestra máxima gloria de las letras castellanas con su grandiosa máxima: "Si pequeña es la patria, uno grande la sueña."