Era lógico que el Diego tenía que morir ahora, maldita sea. Tenía que morir el año que decretaron los estadios vacíos. No lo mató la covid, lo mató la cuarentena.
"De ahora en adelante el mundo no será lo que fue", nos dice el jefe del G7. Los estadios estarán vacíos, por eso murió Maradona.
El Diego siempre odió al G7, les dijo lo que eran en su cara.
Necesitan "un nuevo mañana", sin Diegos, sin "Manos de Dios", sin esperanza. Los que quieran eso, que vivan la vida con barbijo.