martes, 3 de agosto de 2021

Defendiendo el Eje de Resistencia de América Latina



Stephen Sefton, Tortilla con Sal, 2 de agosto de 2021

A principios de julio de este año, el secretario general de Hezbolá, Sayyed Hassan Nasrallah, intervino en una conferencia en la que expuso los principales elementos de la estrategia mediática y de comunicación del Eje de la Resistencia de la región. Destacó la justeza de la causa de la Resistencia que desafía al imperialismo occidental, en particular la colonialista ocupación genocida de Palestina por parte de Israel. Señaló la fuerza, la unidad y la resistencia del Eje, liderado por Irán y Siria, pero que incluye al propio Hezbolá y a los movimientos aliados en Líbano, Irak, Palestina y Yemen. Nasrallah también subrayó la importancia de la determinación de los dirigentes del Eje de Resistencia de informar de los acontecimientos de la región de una manera veraz y con honestidad rigurosa a la hora de ofrecer análisis.

Juntos, el derecho moral y la fuerza política, la información veraz y la honestidad analítica, han creado y alimentado un apoyo profundo, amplio y comprometido entre la población de toda la región. Pocos observadores dudan de que la causa de la Resistencia acabará triunfando en Siria y Palestina, dado el implacable declive relativo del poder imperial de Estados Unidos y sus aliados frente a Rusia y China y también enfrentados a la firmeza de Irán y Siria. La formidable unidad y solidaridad de los movimientos que desafían con éxito a Estados Unidos e Israel en Palestina, Siria, Irak y Yemen ofrecen lecciones esenciales para sus homólogos de la resistencia en América Latina y el Caribe.

Los comentarios de Sayyed Nasrallah tienen especial relevancia para el Eje de Resistencia compuesto por los países del ALBA, liderados por Bolivia, Cuba, Nicaragua y Venezuela, cuyos gobiernos apoyan firmemente a Irán y Siria. En distintos grados, estos países también han sufrido durante mucho tiempo la implacable agresión de Estados Unidos, sus aliados y sus peones regionales, en el caso de Cuba durante más de sesenta años. Los criterios de Nasrallah se aplican sin duda a la experiencia de este bloque de resistencia al imperialismo estadounidense y aliado en América Latina y el Caribe.

El derecho moral de estos países antiimperialistas se basa en su lucha histórica contra la dominación imperial y en los principios fundamentales del derecho internacional moderno, a saber, la no agresión y el derecho a la autodeterminación. Para eludir ese profundo derecho moral, EE.UU. y sus aliados tratan de aplicar su propio, e ilegal, "orden basado en normas", aplicando todo tipo de agresiones en base falsas acusaciones de violaciones de los derechos humanos, tramitadas a través de las instituciones corruptas de las Naciones Unidas y la Organización de Estados Americanos. Al igual que en el caso de Palestina y el resto de Asia Occidental, esta agresión genocida de Occidente está impulsada por una profunda nostalgia por los tiempos de la ilimitada dominación colonial y neocolonial.

El derecho moral de los países del ALBA en su resistencia es innegable y también lo es la formidable fuerza política, la unidad y la resistencia que han movilizado para defender su causa contra la implacable guerra económica, diplomática, mediática y psicológica, el terror interno e incluso el ataque militar. Durante siglos, los pueblos de estos países han resistido a la dominación extranjera. La Revolución cubana triunfó en 1959 y ha resistido la embestida y la desestabilización yanqui durante más de 60 años. Asimismo, Venezuela, desde que el comandante Chávez llegó a la presidencia en 1998, y Bolivia, desde que Evo Morales fue elegido presidente en 2006, también han soportado la implacable hostilidad y agresión de Estados Unidos y sus aliados. Nicaragua ha sido el objetivo de la intervención estadounidense desde que el Frente Sandinista de Liberación Nacional derrocó a la dictadura de Somoza en 1979.

A pesar de todo lo que Estados Unidos y sus aliados han intentado en los últimos años, estos países se han mantenido firmes en la defensa de su soberano derecho a la autodeterminación. En su caso también, la combinación del derecho moral, de la fuerza y unidad política, la información veraz y el análisis honesto ha consolidado no sólo un sólido apoyo interno para resistir la agresión de Estados Unidos y sus aliados, sino también un consenso nacional que rechaza las políticas neoliberales que promueven la codicia de las empresas, en favor de programas de desarrollo socialista centrados en las necesidades de la persona humana. La frustración y la desesperación de Estados Unidos, sus aliados y sus mercenarios y peones regionales se intensificarán, sin duda, a medida que sus esfuerzos sigan fracasando en romper el amplio apoyo popular a los gobiernos de los países del ALBA. Estos gobiernos son ahora muy conscientes de los métodos desplegados por Estados Unidos y sus aliados para llevar a cabo sus mal llamados "golpes blandos".

Para desenmascarar, desarmar y derrotar eficazmente la cada vez más desesperada ofensiva imperialista, el Eje de Resistencia liderado por Irán y Siria ha demostrado la importancia de una unidad y coordinación cada vez más estrecha entre gobiernos, movimientos populares, medios de comunicación y todas las expresiones de conciencia y sensibilización popular. Nicaragua no ha sufrido la misma agresión económica y militar que Cuba y Venezuela, pero su liderazgo, especialmente Daniel Ortega y Rosario Murillo, ha sido sometido a una campaña de demonización tal vez más sistemática y completa, tan intensa como la que se hizo contra Muammar al Gaddhafi antes y durante la destrucción de Libia. De hecho, la mayoría de los medios de comunicación e intelectuales progresistas e incluso antiimperialistas tendieron a aceptar a pies juntillas el falso relato mediático imperialista del fallido intento de golpe de Estado de 2018.

Sin embargo, al insitir en la verdad de la manera más decidida y honesta, el gobierno de Nicaragua ha superado en gran medida la campaña de guerra psicológica concertada desplegada en su contra, preservando y reforzando el apoyo y la solidaridad donde más se necesita, tanto entre el pueblo de Nicaragua como a nivel internacional en organismos como el Foro de Sao Paulo. La presentación digna, contundente y persistente de la realidad del país por parte del gobierno a nivel diplomático ha logrado derrotar los esfuerzos de Estados Unidos y sus aliados por aislar al país. Del mismo modo, los informes de buena fe de las organizaciones internacionales, como la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación, la Organización Panamericana de la Salud, la UNESCO o incluso el Banco Mundial, sobre su trabajo con Nicaragua, contradicen sistemáticamente las afirmaciones de las organizaciones corruptas de derechos humanos de la ONU y la OEA de que el gobierno del país es una dictadura represiva que niega los derechos básicos a su pueblo.

El intento fallido de golpe de Estado en Nicaragua en 2018, el golpe de Estado en Bolivia en 2019, las continuas y constantes agresiones de todo tipo contra Venezuela y, más recientemente, las protestas organizadas y financiadas por Estados Unidos en Cuba y la consiguiente intensificación del bloqueo, forman parte de lo que Stella Calloni y otros escritores han identificado como el nuevo Plan Cóndor. Esta realidad se entiende muy bien a estas alturas, tanto en toda la región como cada vez más entre los movimientos antiimperialistas de Norteamérica y Europa. Como ha explicado Sayyed Nasrallah en el contexto de la Palestina ocupada, Siria, Irak y Yemen, la estrategia de informar de una manera veraz y confiable de los acontecimientos de la región y analizándolos con con franqueza y honestidad, permitirá a nuestros gobiernos y movimientos populares reforzar y consolidar la fuerza moral y política y la unidad necesarias para vencer a Estados Unidos y sus aliados y así lograr la definitiva Segunda Independencia de América Latina y el Caribe.