miércoles, 2 de noviembre de 2022

Es necesario desafiar al cinismo colonialista sin límites de Estados Unidos contra Cuba

 

Por Jorge Capelán.

La demanda del fin de la política estadounidense de bloqueo a Cuba debe ser una prioridad de las luchas de los pueblos en el Abya Yala.

Por si el ya sexagenario bloqueo estadounidense contra el pueblo cubano fuera poco, la administración Biden en la práctica ha continuado la política de su antecesor Dondald Trump, desde el continuo financiamiento y apoyo a la destrucción del sistema de Gobierno en la isla hasta chantajes con las necesidades del pueblo y la inclusión de Cuba en la lista de “países promotores del terrorismo”.

El bloqueo contra Cuba no se ha suavizado con Biden

El canciller cubano Bruno Rodríguez Parrilla, presentó el 19 de octubre la actualización del Informe sobre el impacto ocasionado por el Bloqueo de los Estados Unidos a Cuba, en el marco de la venidera votación en la Asamblea General de las Naciones Unidas de la Resolución que, por 30 ocasión, presentará en nombre del Gobierno Revolucionario y el pueblo cubano sobre la necesidad de poner fin a esta política cruel que afecta a toda la población de la isla.

“El 2 y 3 de noviembre la Asamblea General de las Naciones Unidas considerará por trigésima ocasión el proyecto de Resolución. Esto ocurrirá en un contexto especial marcado por los efectos del huracán Ian –expresó-, la crisis global multidimensional, que incluye una crisis económica internacional y una amenaza inminente de recesión global. Crisis alimentaria, crisis energética, crisis de salud y otras”, anunció el canciller.

En el pasado mes de septiembre, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, extendió por un año más el bloqueo que su país viene aplicando desde octubre de 1960 con el objetivo de doblegar al pueblo cubano por hambre y destruir la Revolución. El bloqueo es un entramado de leyes y disposiciones que dificultan de sobremanera las relaciones comerciales, financieras y de otro tipo de la isla con el resto del mundo. Además promueven la emigración ilegal de cubanos hacia Estados Unidos, obligándolos a arriesgar sus vidas en el mar, y en un claro acto de discriminación hacia los migrantes de otras nacionalidades.

“No es un diseño nuevo el del bloqueo, pero sí ha sido quirúrgicamente mejor diseñado, tomando como blanco cada uno de los principales ingresos del país, buscando con saña incrementar el impacto en la vida cotidiana de nuestra población sobre la base de la mejor expresión de esa política”, expresó el canciller cubano en la presentación del informe.

Parrilla recordó el memorándum del subsecretario Lester Mallory de abril de 1962. En este documento, el Gobierno de Estados Unidos “reconoce que el objetivo del Bloqueo es deprimir los salarios nominales y reales, provocar hambre, desesperación, sufrimiento y el derrocamiento del gobierno” cubano. Asimismo, la Ley Helms-Burton 34 años más tarde, en 1996, “codifica esa misma política”, endureciéndola, y 60 años más tarde, en pleno siglo xxi, esta política es siniestramente endurecida por la administración Trump, que le agregó 200 medidas adicionales.

La política de bloqueo es cínica, sádica y genocida. Es cínica porque perjudica a quien dice querer beneficiar, que es el pueblo de Cuba; es sádica, porque desde hace 62 años somete a millones de cubanos, de varias generaciones, a grandes privaciones y sufrimientos y es genocida porque es indiscriminada. Además es extraterritorial, porque sanciona a terceros países que comercien con Cuba.

Según el informe del Gobierno Cubano, entre agosto de 2021 y febrero de 2022, el bloqueo causó a la isla pérdidas por 3 mil 806 millones de dólares, un monto récord para un período de apenas siete meses. Durante ese período, la economía cubana podría haber crecido 4.5% de no haber sido por las sanciones impuestas por Trump.

Sin embargo, las cosas no mejoraron al cambiar la administración en Washington. “Durante los 14 primeros meses del gobierno del presidente Biden los perjuicios ocasionados por el Bloqueo ascienden a la cifra de 6 mil 364 millones de dólares, también récord histórico”, señaló el canciller Parrilla.

En total desde su instauración en 1962, el bloqueo ha causado pérdidas astronómicas al pueblo cubano: En seis décadas, a precios corrientes, los daños acumulados suman 154 mil 217 millones de dólares, 454 millones de dólares mensuales o más de 15 millones de dólares diarios.

“Al valor del oro tomando en cuenta las depreciaciones, los perjuicios acumulados alcanzan la cifra enorme de 1 billón 391 mil 111 millones de dólares, es decir: un millón de millones más 391 mil millones de dólares”, agregó el canciller.

“Hoy la política del gobierno del presidente Joseph Biden hacia Cuba es lamentable e inercialmente la misma política republicana, no se han introducido cambios en esa política, se mantiene y es tema de cada día en el diseño quirúrgico que persigue cada ingreso, cada fuente de financiamiento y de suministros del país”, constató el canciller cubano.

El bloqueo estadounidense afecta no solo a las familias de la isla, sino también a “los cubanos que residen en los Estados Unidos, a los ciudadanos estadounidenses, a las personas y empresas de todo el planeta. Está dirigido a provocar la incapacidad del país para atender las necesidades fundamentales de la población”, agregó.

El bloqueo “tiene el propósito cruel y práctico de privar al país de los ingresos financieros que resultan indispensables para adquirir suministros, equipamientos, partes y piezas, tecnologías y software”, de manera que la adquisición de alimentos limitada ha generado carencias, desabastecimientos, largas colas, ansiedad en la población ante las dificultades, incluso para asegurar la canasta básica que requiere un esfuerzo de gran eficacia del gobierno y las entidades, o para asegurar la vida cotidiana de las personas.

El colmo del cinismo estadounidense es tal que, si bien formalmente le permite a Cuba comprar alimentos de Estados Unidos, en la práctica le niega esta posibilidad al negarle a Cuba el acceso a los recursos financieros indispensables para pagar en Estados Unidos o en cualquier otro mercado.

La inclusión de Cuba en la lista de promotores del terrorismo

Cuba fue incluida en esa lista por primera vez en 1982 y luego retirada por Obama en 2015, durante un breve período de supuestos intentos de normalización de las relaciones entre ambos países. En sus útlimos 9 días en la Casa Blanca, en enero de 2021, la administración Trump decidió volver a poner a Cuba en ella y al regresar los demócratas a la Casa Blanca, estos todavía no han levantado esta bárbara medida.

El objetivo de esta inclusión es netamente político con el fin de estrangular aún más a Cuba. Exfuncionarios de inteligencia de los propios EEUU reconocen que esto es así.

Una encuesta muy reciente realizada por la cadena estadounidense NBC News entre miembros de ese grupo que trabajaron en la política hacia Cuba tanto en las administraciones republicanas como en las demócratas, encotró que la “posición de consenso” en la comunidad de inteligencia de Estados Unidos ha sido durante décadas que Cuba no patrocina el terrorismo.

Por ejemplo, Larry Wilkerson, que fue jefe de gabinete del entonces Secretario de Estado Colin Powell en la administración de George W. Bush, dijo que el discurso de que lo siguiente: “‘Cuba no es un estado patrocinador del terrorismo’ fue un mantra desde el momento en que entré en el Departamento de Estado hasta el momento en que salí”. “Es una ficción que hemos creado (…) para reforzar la justificación del bloqueo”, agregó.

Al clasificar a Cuba entre los países “promotores del terrorismo”, se está imponiendo otro bloqueo más sobre el ya existente, ya que los bancos internacionales, temerosos de las sanciones y abultadas multas de Estados Unidos, de inmediato hacen aún más restrictivo su tratamiento hacia la isla, de modo que es aún más difícil para Cuba acceder a cualquier tipo de crédito y hacer cualquier tipo de trámite. Además, a causa de la inclusión de Cuba en esta lista, los cubanos en el exterior (no solo en Estados Unidos) tienen aún más dificultades para enviar remesas a sus familiares en la isla y se eleva aún más el precio de los productos importados que se venden en el país.

Los efectos sobre Cuba hoy

El sistema electroenergético cubano atraviesa una situación extremadamente grave como resultado de serias limitaciones; de falta de combustible, pero sobre todo de obstáculos para adquirir piezas de repuesto y otros recursos, al privar al país del financiamiento indispensable para hacerlo.

A causa del bloqueo, “Cuba no puede adquirir en ningún lugar, de ninguna manera, tecnologías, equipos, partes, piezas, tecnologías digitales o software que tengan un 10% de componentes estadounidenses, lo cual es un impacto directo, como el de la carencia de divisas”, explica el canciller cubano.

“Decenas y decenas de bancos niegan servicios a Cuba ante el miedo a multas estadounidenses. Otras se ven obligadas a llegar a acuerdos a partir de acciones ilegales y extraterritoriales del gobierno de los Estados Unidos para evitar esas multas, y provoca un daño a una presencia natural del sistema financiero cubano en el similar internacional”, agrega Bruno Rodríguez Parrilla. Entre enero del 2021 y febrero del 2022, en 642 oportunidades, bancos extranjeros se negaron a hacer transacciones con Cuba ante la amenaza del sistema financiero estadounidense.

A causa de esta persecución, personas y empresas cubanas en el exterior se ven imposibilitadas de abrir cuentas bancarias por el solo hecho de ser cubanas. Esto no solamente afecta la vida privada de las personas y la actividad comercial, sino también el funcionamiento de las embajadas y consulados de la isla en el exterior.

Estas medidas de persecución se dirigen además de manera directa a productores, transportistas, navieras y aseguradoras, lo que encarece en más de un tercio, y a veces hasta la mitad, las compras de Cuba en el mercado internacional.

Cuba produce el 60% de los medicamentos que necesita en lo fundamental. Sin embargo, para producir esos medicamentos no solo necesita algunas materias primas, sino también, partes, piezas y algunos componentes que la aplicación opresiva del Bloqueo impide que lleguen al país.

Un ejemplo de la voluntad genocida de la política estadounidense contra el pueblo de Cuba es su actitud durante la epidema de Covid-19. En esa oportunidad, los Estados Unidos le permitieron a decenas de países bajo medidas coercitivas o sanciones unilaterales adquirir vacunas, oxígeno medicinal y ventiladores pulmonares, pero no a Cuba.

“Fue un acto deliberadamente cruel, es el reconocimiento de que el Bloqueo también asfixia y mata. El gobierno de los Estados Unidos obstaculizó la adquisición de oxígeno medicinal en terceros países cuando se produjo el fallo en nuestra planta principal, que ocasionó una crisis en el país”, agrega el canciller cubano.

La desestabilización permanente

Pero la política de bloqueo es apenas un ingrediente de toda una estrategia político-militar permanente de desestabilización que a lo largo de la historia ha abarcado, desde el recurso a la invasión militar y el empleo de bandas contrarrevolucionarias, hasta el financiamiento de una “sociedad civl” artifical e intentos de llevar a cabo “revoluciones de colores”, pasando por toda la gama de atentados terroristas (dentro y fuera de Cuba), asesinatos, sabotajes, guerra bacteriológica y todo tipo de campañas mediáticas dirigidas, tanto a doblegar la moral del pueblo cubano como a dar una imagen negativa de la isla en el mundo.

Un reciente estudio titulado “U.S. Government Democracy Projects in Cuba: Following the Money” (Los proyectos de democracia del Gobierno de EE. UU. en Cuba: Siguiendo la pista del dinero), de Tracey Eaton para el Centro de Estudios Latinoamericanos & Latinos de la Universidad Americana, en Washington, una institución para nada sospechosa de albergar la intención de defender a Cuba, constata que “el conjunto de datos del GEEUU contiene 218.367.438 dólares en desembolsos relacionados con Cuba” que se distribuyeron a más de 100 receptores de subvenciones entre 2001 y 2021.

Según ese estudio, “eso incluyó 125.986.260 dólares para apoyar la participación democrática y la sociedad civil; 35.714.592 dólares para programas de derechos humanos; y 25.078.917 dólares para medios de comunicación y libre flujo de información”. Las subvenciones para financiar los “medios de comunicación y el libre flujo de información” en Cuba aumentaron un 166% desde 2003 hasta 2021, pasando de 5.384.075 dólares durante los años 2003-2010 a 19.694.842 dólares durante 2011-2021. El total para el período 2003-2021 fue de 25.078.917 dólares. El elemento mediático es especialmente importante y constituye una verdadera guerra cognitiva contra el pueblo cubano.

Sin embargo, las sumas millonarias de los informes y reportajes están lejos de reflejar la verdadera extensión de la injerencia política estadounidense contra Cuba. Por un lado, se omiten las considerables fuentes de financiamiento europeo a la contrarrevolución en Cuba, y por otro lado, como lo constata el citado informe, también se omiten numerosas partidas.

“Los subcontratistas son otra incógnita. Algunas ONG reciben subvenciones de 1 millón de dólares o más y contratan habitualmente a subcontratistas, pero sus nombres no se hacen públicos”, afirma el estudio y agrega que además “Los funcionarios estadounidenses dicen que no revelan los detalles [de los proyectos] para proteger a los participantes de represalias. Las estrategias de construcción de la democracia también se consideran ‘secretos comerciales’ y están exentas de divulgación en virtud de la FOIA [Ley de Libertad de la Información]”, amparándose en la Ley de Transparencia y Responsabilidad de la Ayuda Exterior de 2016.

Con respecto al fallido intento de “revolución de color” del 11 de julio de 2021, cuando piquetes de protestas aisladas de entre 100 y 500 personas, algunos de ellos violentos, tuvieron lugar en puntos focalizados de la isla, el periodista Alan Macleod, sostiene que “La clase dirigente de EE.UU. saludó inmediatamente los acontecimientos, poniendo todo su peso detrás de los manifestantes. Sin embargo, los documentos sugieren que Washington podría estar más involucrado en los acontecimientos de lo que le importa divulgar públicamente” y puso como ejemplo los proyectos de la USAID y la Fundación Nacional para la Democracia en apoyo a raperos y otros artistas locales – grupos que jugaron un papel prominente para desencadenar las protestas.

Por su parte, el periodista Max Blumenthal comenta que “Durante la última década, el gobierno de Estados Unidos ha gastado millones de dólares para cultivar raperos, músicos de rock, artistas y periodistas antigubernamentales cubanos en un intento explícito de convertir en un arma a la ‘juventud desocializada y marginada.’”

Demás está decir que esta política anticubana de Estados Unidos también tiene efectos en el resto de la región, tanto en la retroalimentación de los sectores golpistas latinoamericanos a partir de las experiencias de injerencia de los Estados Unidos en Cuba, como en la creación de redes continentales al servicio de la política anticubana y en general, en defensa de los intereses estadounidenses.

Un ejemplo de ello es el de Argentina, donde desde hace ya décadas se han establecido organizaciones como CADAL y en tiempos recientes, Cultura Democrática, que elaboró un documento cuyo título es: “Apoyo a la Sociedad Civil cubana como método de presión a gobiernos totalitarios. Su posible aplicación a Bolivia”.

Un chantaje vil

El pasado 18 de octubre, la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) anunció la realización de un donativo de ayuda humanitaria valorado en 2 millones de dólares a través de la Cruz Roja Internacional para las víctimas del huracán Ian, que azotó la isla el 27 de septiembre causando severos daños al sistema eléctrico, la agricultura y la vivienda.

Este tardío donativo (insignificante, comparado con los costos que año con año el bloqueo le causa a Cuba y con las inmensas sumas destinadas a la desestabilización del país) fue saludado por los medios occidentales como un gesto progresista del actual gobierno estadounidense, pero en realidad encerraba un chantaje, ya que la USAID es el principal canal de los fondos para la desestabilización de la isla.

Al mismo tiempo, el huracán puso a prueba la capacidad de resistencia de un pueblo que en lo que va de la administración Biden con la prolongación de la política de bloqueo ha estado soportand daños por un estimado de 543 millones de dólares al mes. El dinero de la USAID no fue al Gobierno sino a la “sociedad civil”, en la forma de la Cruz Roja. Se trata de un chantaje simbólico, una desautorización del Gobierno de la isla y un intento de dividir a la sociedad cubana.

El gobierno cubano decidió permitir la “donación” pensando en las necesidades de su pueblo antes que en el ejército de medios anticubanos que se regodeaban por la supuesta inconsecuencia de un Estado que desde hace muchas décadas ha venido denunciando la injerencia de la USAID. Ese tipo de chantajes, de dudosa efectividad política, en realidad muestran la vileza de la política anticubana de Estados Unidos.

El Abya Yala debe reaccionar

Ante este tipo de políticas, es un ultraje la actitud de ciertos líderes del Abya Yala como Gabriel Boric, que se reclaman de izquierda y progresistas, y al mismo tiempo condenan a Cuba por supuestas actitudes represivas, especialmente cuando ellos, no bien llegados al poder, se dedican a reprimir a los mismos movimientos sociales que los llevaron al gobierno. Cuba no puede convertirse en moneda de cambio para políticas oportunistas.

En estos días, como desde hace 30 años, Cuba presentará ante la Asamblea General de la ONU su moción sobre la necesidad de poner fin al bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por Estados Unidos. Excepto en la primera ocasión, el apoyo a la moción cubana ha sido contundente, con solo los Estados Unidos más unos pocos aliados de turno (invariablemente entre ellos Israel) rechazando esa moción.

La inmensa mayoría de los países del mundo rechaza el bloqueo a Cuba pero los Estados Unidos se niegan obstinadamente a levantarlo. Este año no será la excepción, pero dada la crisis en todos los órdenes de la hegemonía estadounidense a nivel mundial, es de esperar que una renovada exigencia de que se levante esa política criminal de contra Cuba se traduzca en otros hechos políticos que en la práctica vayan desmontando el bloqueo. 

¿Qué medidas concretas, más allá de las declaraciones rituales, podrán tomar los países de la CELAC, ahora que supuestamente en la región domina la izquieda, para impulsar una campaña global de desobediencia al bloqueo imperial de los Estados Unidos a Cuba?