domingo, 29 de enero de 2023

Lula entre el discurso o el protagonismo sobre la integración sudamericana


 

Por Tulio Ribeiro, Pueblo Combatiente.

Todavía era marzo de 2007 cuándo el presidente de Venezuela, Hugo Chávez, sugirió a los países latinoamericanos unirse para trabajar en la creación de una moneda común que enfrente la “dictadura del dólar” y su debilidad, y propuso el uso del Sole de Compensación Regional (Sucre) y también el Banco del Sur.

“Estamos haciendo una propuesta de moneda, pero solos no podemos crear la moneda”, declaró Chávez en el canal VTV, una moneda virtual utilizada para transacciones entre países como Venezuela, Ecuador, Cuba y Bolivia. Al dirigirse a Lula de Brasil y a Kirchner, Chávez llamó a superar etapas y a abandonar la idea de que la creación ‘viene al final, como empezar con todo listo’. La importancia recayó principalmente en Brasil, que posee grandes reservas de divisas, y Argentina, por la pujanza de su economía.

El entonces presidente Lula da Silva no hizo nada efectivo y nunca llegó el capital para encaminar un proyecto que generaría integración en varias áreas. El brasileño también se abstuvo de participar en el importante canal de integración, Telesur Noticias, un medio latinoamericano que operaría en más de 40 naciones.

Todos estos años después, incluida la muerte de Hugo Chávez, Lula retoma la cuestión, pero ¿será un discurso más dentro de la historia o un protagonismo que efectivamente ejerza el gigante latinoamericano? El presidente de Brasil, Lula da Silva, repitió a Chávez, es “necesario” crear una moneda común en la región sudamericana para dejar de depender del dólar. “Lo que pienso, si fuera por mí, siempre tendría comercio exterior con la moneda de otros países para que no estemos dependientes del dólar”, dijo Lula junto a su homólogo argentino, Alberto Fernández. Los mandatarios se reunieron en Casa Rosada, ante la Celac.

Inmediatamente, Lula se preguntó: “¿Por qué no intentar crear una moneda común en los países del Mercosur (Mercado Común del Sur), como intentaron hacer en los Brics (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica)?”, es como ver una admisión de error. Al respecto, él mismo respondió que espera que eso suceda en la región “porque hay países que a veces les cuesta equilibrarse con el dólar”.

En materia de registro, publicaron una nota en el diario argentino Perfil, el sábado 21, en la que defendieron la creación de una moneda común para Sudamérica. “También decidimos avanzar en las discusiones sobre una moneda sudamericana común”, dicen los políticos, en el texto. Según Lula y Fernández, la moneda sería “utilizada para flujos financieros y comerciales”, lo que reduciría “los costos operativos y la vulnerabilidad externa de los países”. Por el momento, antes de que eso suceda en toda la región, los presidentes de Argentina y Brasil esperan que sus ministros de Economía presenten un plan para facilitar el comercio entre los dos países con una moneda común.

El argentino Fernández apoyó lo expresado por Lula. Al respecto, comentó: “La verdad es que no sabemos cómo podría funcionar una moneda común entre Argentina y Brasil y no sabemos cómo funcionaría una moneda común en la región, pero lo que sí sabemos es cómo las economías funcionan dependiendo de las divisas para poder comerciar y sabemos lo dañino que es todo esto de sus gobiernos anteriores. “Lo que queremos ahora es que nuestros ministros de finanzas trabajen en la idea”.

Sin embargo, la integración de América Latina y el Caribe no es una tarea sencilla, sobre todo si el Brasil de Lula no tiene el papel protagónico. Desde mediados del siglo XX, la principal política económica de los países latinoamericanos ha sido la sustitución de importaciones con el fin de protegerse de naciones más poderosas en las áreas de la agricultura y los servicios, pero principalmente en la industria. Décadas después, el resultado son naciones que miran hacia adentro, mucho más preocupadas por los intereses domésticos que por una agenda común, lo que dificulta las acciones cohesionadas. Además, la región es, y siempre ha sido, muy multifacética. Incluso durante los años positivos de la década del 2000, cuando llegaron al poder gobiernos de izquierda, supuestamente con agendas comunes, y en esta ola de líderes de izquierda, los intereses políticos y económicos de los países latinoamericanos no necesariamente convergían, creando obstáculos en la articulación en organismos supranacionales, como la Organización Mundial del Comercio (OMC) y el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.

La primera iniciativa es que el Banco do Brasil financie las exportaciones argentinas. Pero la integración no es solo el intercambio de mercancías, el puerto de Mariel (Cuba), o, por ejemplo, el metro de Caracas. Brasil instala una fábrica de autos eléctricos en Jacareí (São Paulo), y no tiene participación en la fábrica de litio en Bolivia. Pero la tecnología de los chinos. De hecho, China avanza como competidor, no como oponente, cada vez que nuestros países no integran su mercado y producción; sin olvidar los EEUU. La integración es permitir que nuestras naciones participen en la producción, armando una cadena. Ya sea directa o indirectamente, con insumos, estructura logística, crédito o energía. Dista mucho de ser solo el intercambio de mercancías, aunque el aumento del volumen de la balanza comercial es determinante. Integrar es depender del otro de manera positiva. En este contexto, los Brics, el Banco de Desarrollo de Brasil (BNDES) u otros socios serán garantes del futuro. El ejemplo de Brasil invirtiendo en producción de gas en Argentina y Bolivia o el petróleo venezolano sin olvidar su industria es el paradigma deseado.

Así, estas premisas refuerzan una moneda regional sin concretar las nacionales. La pregunta es si el Brasil de Lula, con la ayuda de Argentina, no es una repetición del discurso, superar la utopía o las acciones aisladas y generar un proceso que pueda remover el subdesarrollo de varias regiones del continente. La integración es una decisión, se acabó el tiempo de ser sólo una idea.