Activistas de la oposición armados fuera del Estadio Nacional de Béisbol de Managua,
30 de mayo de 2018. (aún de un vídeo grabado por el medio de comunicación de la oposición,
Radio Corporación incluida en el video "Un Plan para Sumar" de Juventud Presidente )
Stephen Sefton, Tortilla con Sal, 3 de julio 2020
Desde
enero de 2007, la industria occidental de los derechos humanos ha
atacado al gobierno sandinista de Nicaragua por ser antidemocrático y
represivo. Durante más de una década, el desarrollo social y económico
de Nicaragua y los resultados de sucesivas elecciones democráticas
contradijeron repetidamente esa narrativa mendaz. Frustradas por el
embarazoso ejemplo del innegable soberano progreso social y económico,
inspirado en el socialismo, de Nicaragua, las autoridades
estadounidenses, durante varios años, prepararon, organizaron y
finalmente apoyaron abiertamente el violento intento de golpe de Estado de abril de 2018.
Durante ese intento golpista y desde que fracasó, la industria de derechos humanos norteamericana y europea ha acusado falsamente
a las autoridades nicaragüenses de haber reprimido brutalmente las
protestas pacíficas de la oposición con una desproporcionada violencia
letal. Al hacerlo, los informes de las organizaciones de derechos
humanos han ignorado sistemáticamente numerosos delitos muy graves e incluso las masacres
cometidas por la oposición de derecha en Nicaragua apoyada por el
gobierno de los Estados Unidos de América y sus aliados. Entre el 18 de
abril y el 17 de julio de 2018, 23 policías fueron asesinados por
activistas armados de la oposición quienes también causaron infligieron
heridas de bala a 400 oficiales policiales . Los informes de las
organizaciones occidentales de derechos humanos han ocultado esa
violencia deliberada y letal de la oposición al suprimir
sistemáticamente el testimonio de los testigos convencionales, las
pruebas documentales y el material audiovisual.
Por el contrario, no existen pruebas categóricas que apoyan las
acusaciones de violaciones sistemáticas de los derechos humanos por
parte del Gobierno de Nicaragua. Últimamente, las organizaciones de
derechos humanos han tratado de superar esa ausencia de pruebas
utilizando una innovadora técnica de reconstrucción de realidad virtual.
El Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) publicó el 30 de mayo de este año un video documental
resultado de una colaboración entre un organismo de la Organización de
Estados Americanos, el Grupo Interdisciplinario de Expertos
Independientes (GIEI), el propio EAAF y una empresa con sede en Nueva
York llamada SITU Research, que anteriormente había realizado reconstrucciones con técnicas de realidad virtual para Amnistía Internacional, Human Rights Watch y un grupo de abogados ucranianos.
Tanto el GIEI como la EAAF y SITU Research
han afirmado falsamente que su video documental demuestra que la
policía nicaragüense utilizó disparos indiscriminados sin provocación
para matar a manifestantes desarmados en 2018. Sin embargo, su vídeo no
muestra imágenes de policías o partidarios sandinistas disparando contra
los manifestantes y omite las conocidas imágenes de vídeo de los medios
de comunicación opositores que muestran manifestantes de la oposición
que portaban e incluso utilizaban armas de fuego letales. También omite
el contexto esencial en que ocurrió la violencia armada de la oposición
relacionada con los acontecimientos cubiertos por el vídeo documental.
Tampoco examina la fuerte posibilidad de disparos de falsa bandera
similares a los de los incidentes que tuvieron lugar en el Puente
Llaguno en Caracas durante el fallido intento de golpe de Estado de
abril de 2002 en Venezuela. El vídeo fue financiado con el apoyo de
financiadores corporativos, incluida la Open Society Foundation,
conocida por apoyar el golpe de Estado en Ucrania además de intentos de
cambio de régimen en otros países.
El video de la EAAF-SITU Research hace
afirmaciones pseudo-científicas atribuyendo disparos letales a la
policía o a los partidarios sandinistas, basadas en un análisis
profesional de Knox Associates del sonido de los disparos. Como John Perry señala en su análisis del video,
el informe de Knox deja claro que activistas de la oposición con armas
de fuego estaban entre los manifestantes, como incluso reconoce de paso
el informe del GIEI. Otras secuencias de vídeo facilmente accesibles
muestran a activistas de la oposición portando rifles automáticos y
utilizando pistolas automáticas muy cerca de los mismos lugares y
alrededor de las mismas horas en que el vídeo afirma que la policía
nicaragüense disparó sus armas. El vídeo del EAAF suprime esta
información inconveniente. Asimismo, las imágenes del vídeo, elaborado
por SITU Research con el apoyo de Knox Associates, confunden de forma
inexacta las distancias desde las que se oyeron los disparos en el
vídeo.
Esta confusión e inexactitud de SITU Research tiene antecedentes en su
video sobre los disparos en Maidan de Kiev en Ucrania en 2014. El video de SITU Research que muestra algunos de los tiroteos de Maidan fue cuidadosamente analizado por Ivan Katchanovski de la Universidad de Ottawa. Katchanovksi concluye
que "no se necesita ningún conocimiento experto o familiaridad con la
masacre de Maidan o Ucrania para ver una flagrante tergiversación de los
datos elementales en ese modelo 3D". Entre otras cosas, descubrió que
el modelo 3D de SITU Research había desplazado la ubicación de las
heridas para adaptarse a las conclusiones del vídeo. El análisis de Katchanovksi
también se basa en pruebas omitidas por SITU Research que contradicen
las afirmaciones en su video sobre Ucrania, de la misma manera que SITU y
EAAF han suprimido deliberadamente las evidencias que contradicen las
afirmaciones de su vídeo sobre Nicaragua.
Fotograma del vídeo de investigación de EAAF/SITU. El radio rojo sugiere
incorrectamente que las policías estaban más lejos de las barricadas de los
manifestantes de lo que realmente estaban, porque las verdaderas distancias
son mucho menores que las indicadas en el gráfico, el cual da la falsa impresión
que las policías se encontraban a la distancia que el experto en balística juzgó
como la de donde vinieron los disparos fatales, lo que no es el caso.
(Investigación de John Perry)
Con sorprendente franqueza, Brad Samuels, socio fundador de SITU Research, ha declarado públicamente:
"...se trata de no permitir que estas narrativas se conviertan en la
razón por la que no hay responsabilidad... para que puedas centrarte en
lo que sí sabes y creo que eso está en juego en todos los sentidos más
de lo que jamás ha estado,... esta cuestión de la competencia de
narrativas, afirmaciones de la verdad y hechos y eso es realmente de lo
que se trata, de lo que este trabajo se trata".
Samuels aquí reconoce directamente que la investigación de SITU Research
suprime las competidoras evidencias inconvenientes que contradicen la
narrativa en la que SITU Research quiere enfocarse. Hicieron esto en el
video de Ucrania y ahora lo han hecho también en el video de EAAF-SITU
Research sobre los eventos en Managua del 30 de mayo de 2018. El video
documental sobre Nicaragua de la EAAF y SITU Research refuerza de manera
deshonesta los falsos informes del GIEI utilizados para justificar los
ataques en la OEA contra el gobierno de Nicaragua.
Tanto el video documental del EAAF-SITU Research como los informes del
GIEI excluyen o suprimen sistemáticamente las referencias al material
audiovisual disponible aquí y aquí, las pruebas documentales, los testimonios de los testigos y los informes de prensa aquí, aquí, aquí, aquí y aquí, y un informe sobre el terreno
de un veterano periodista independiente, todo lo cual cuestiona su
versión de los hechos. El caso de Nicaragua es un ejemplo emblemático de
cómo se ha subvertido la práctica de la investigación genuina sobre
derechos humanos para producir informes muy sesgados de parte e
organizaciones como el EAAF y SITU Research, que apoyando la agenda
política de instituciones neocoloniales como la Organización de Estados
Americanos.
Las poblaciones occidentales están prácticamente indefensas contra este
tipo de tiranía de desinformación anti-democrática. Cooptadas por las
élites corporativas, las organizaciones no gubernamentales de derechos
humanos norteamericanas y europeas trabajan íntimamente con sus
contrapartes en la industria de los medios de comunicación corporativos y
alternativos. Apoyan la política exterior de los países de la OTAN y
corrompen a propósito el funcionamiento de las instituciones
internacionales de derechos humanos según sea necesario para apoyar esa
política exterior.
En la práctica, esto significa que realizan ataques frecuentes y
oportunamente programados contra objetivos de gobiernos occidentales
como Siria y Venezuela, y en consecuencia ataques menos frecuentes y
menos críticos contra, por ejemplo, Colombia o Israel. Los informes de
la industria de los derechos humanos son puntos de referencia esenciales
para la cobertura de asuntos exteriores de la prensa y los medios de
comunicación, así como para los mensajes, a menudo extremadamente
agresivos, de los medios sociales. Sus reportes también son aportaciones
básicas a los procesos jurídicos internacionales de derechos humanos.
De esta manera, las organizaciones occidentales de derechos humanos
amplían enormemente su alcance y su ámbito de mercado, haciéndose pasar
falsamente como interlocutores imparciales en las instituciones
mundiales de derechos humanos. El aura de sus mensajes influye en un
enorme número de personas que ni siquiera leen sus informes. Esta aura
es un producto de la industria de los derechos humanos de igual o mayor
importancia que sus trabajos de investigación. Consolida su credibilidad
institucional, y así mejora enormemente su capacidad para manipular la
presentación de las noticias y los medios sociales.
Esta aura de marketing es más que una mera publicidad inauténtica para
distraer el consumidor. Facilita la formación de la opinión
internacional a favor de la agenda de los intereses corporativos y
gubernamentales que invierten recursos en la industria de derechos
humanos, precisamente para reforzar el poder e influencia de las élites
occidentales. Deslegitima radicalmente la oposición al ilegítimo poder
de las élites al establecer implícitamente límites a las opiniones y
argumentos que serán tolerados y las que no. Las organizaciones y los
líderes de derechos humanos logran este control no mediante el rigor
intelectual o por medio de genuinos logros legítimos, sino por acumular
el un espurio prestigio público a través de la aceptación corporativa y
gubernamental expresada en subvenciones y premios.
Esa inversión empresarial y gubernamental dota a las organizaciones de
derechos humanos de dinero, estatus y buena voluntad, facilitando dos
extremadamente cínicas estrategias fundamentales. Primero, la industria
de los derechos humanos se comercializa a sí misma de manera deshonesta,
pero muy poderosa, como si estuviera impulsada por una preocupación
humanitaria y no por un sesgo ideológico, lo caul efectivamente
desacredita y margina las críticas legítimas. En segundo lugar, la
industria de los derechos humanos excluye o suprime sistemática y
deshonestamente las pruebas que desacreditan los pretextos para la
sádica agresión económica y militar norteamericana y europea contra
países de todo el mundo, desde el Irán y Siria hasta Cuba y Venezuela.
El falso video documental de EAAF y SITU Research sobre Nicaragua
producido para el grupo GIEI que reporta a la OEA es el ejemplo
destacado más reciente de esta realidad. Es una pseudo-innovación, una
repetición neocolonial de la dominación imperialista convencional que
abandona y corrompe la verdad histórica para favorecer una narrativa al
servicio de las elites occidentales. Confirma el famoso comentario de
Rodolfo Walsh: "La historia parece así como propiedad privada cuyos
dueños son los dueños de todas las otras cosas." Qué amarga ironía que
un grupo de derechos humanos de Argentina colabore en un proyecto que
busca exonerar a los criminales apoyados por el gobierno de Estados
Unidos. mientras demoniza a sus víctimas.