Por Jorge Capelán
managuaconamor.blogspot.com
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El comandante Daniel Ortega muestra el estudio de factibilidad sobre el Canal Interoceánico encargado por el presidente de EEUU Stephen Grover Cleveland a fines del siglo XIX. |
El anuncio hecho el martes por el comandante Daniel Ortega durante la celebración del 39 aniversario de la Fuerza Naval de Nicaragua sobre la vigencia del proyecto del Gran Canal Interoceánico fue acogido con gran beneplácito por la gran mayoría de la población y por toda la militancia sandinista.
"Nosotros no hemos renunciado, al contrario tenemos con el pueblo nicaragüense, históricamente, el compromiso de que se haga una realidad el canal por Nicaragua", aseguró el presidente en esa ocasión tras detallar las razones geopolíticas e históricas que fundamentan la necesidad de construir esa obra que potenciará el desarrollo de Nicaragua y de toda Centroamérica.
Fue un anuncio sorpresivo en el sentido de que la cuestión del Canal Interoceánico tenía ya mucho tiempo de no estar en el debate público. Muchos seguramente daban el proyecto por abandonado aunque en realidad nunca se paró del todo el trabajo por completar los estudios ambientales. Lo cierto es que una serie de factores tanto internacionales como nacionales obligaron a bajar por el momento el ritmo de avance de las obras, pero el proyecto está en la base de una Nicaragua y de una Centroamérica fuerte y próspera.
Como lo demostró el Comandante Daniel Ortega, basándose en un voluminoso estudio de factibilidad realizado por la Fuerza Naval de los propios Estados Unidos a pedido el presidente yanqui Stephen Grover Cleveland a finales del siglo XIX, el Canal por Nicaragua siempre ha sido considerado como un proyecto realista y necesario para el comercio mundial, si era necesario hace 130 años, hoy en día con el auge de Asia y en especial de China, lo es aún más.
"No estamos hablando de una obra que venga a afectar, a dañar, más bien viene a fortalecer el comercio global y viene a darle a Nicaragua una fuente de recursos que le permitiría a Nicaragua darle un mayor desarrollo, un mayor crecimiento y por lo tanto mejorar las condiciones económicas de todas las familias nicaragüenses. Es lo que quería recordar, porque de repente, pues, como poco hemos hablado del canal en estos tiempos" se podría creer que estaba abandonado, refrendó el mandatario nicaragüense.
Entre los factores internacionales que motivaron la momentánea detención del proyecto podemos mencionar la ofensiva occidental por mantener la cotización artificial de un dólar sin respaldo frente al avance de China y Rusia en el marco global así como el avance global de la derecha, que se vino a acelerar aún más con Donald Trump en la presidencia de Estados Unidos, y en América Latina se tradujo en una fuerte ofensiva por destruir la economía venezolana y forzar un "cambio de régimen", así como en una ofensiva contra todos los gobierno progresistas de Nuestramérica.
A nivel nacional, y no desconectado de la dinámica geopolítica global, la actitud vacilante de los grupos empresariales, por ejemplo del COSEP, que por un lado apoyaban el proyecto con todas las inversiones que prometía traer aparejadas, pero que al mismo tiempo eran sensibles a las presiones de la ultraderecha golpista y de los propios Estados Unidos, no permitió construir un movimiento lo suficientemente fuerte como para hacer valer la voluntad de la inmensa mayoría de la sociedad, que era y es la de construir el Canal.
En realidad, a estas alturas todo indica que muchos de los dirigentes empresariales, a espaldas de los propios empresarios y del pueblo todo de Nicaragua, ya desde mucho antes "estaban en el ajo" del golpe que se cocinaba con abundante financiamiento externo.
La triste y dolorosa coyuntura del mal llamado "golpe blando" del año pasado vino a mostrarle claramente a todos los sectores de la sociedad quiénes están interesados en el desarrollo del país y quiénes no lo están. El fallido "golpe suave" vino a mostrar claramente qué proyecto de país es el que tiene verdadero respaldo popular:
De un lado, el proyecto sandinista, de una Nicaragua con lugar para todos, desarrollo, soberanía y justicia social, y del otro, el proyecto delincuencial de grupos cuyo denominador común es su dependencia del extranjero, sus insaciables apetitos personales y su falta de frenos morales para saciarlos. Para la gran mayoría de las y los nicaragüenses la elección entre esos dos proyectos no es especialmente difícil.
El golpismo el último año no solo ha manifestado su verdadero carácter, también se ha relegado a sí mismo a la irrelevancia política. Ha sido derrotado. Por eso ya es hora de dar vuelta la página y retomar el proyecto de nación por el que el pueblo había estado votando masivamente desde hace más de una década.
Por otro lado, a nivel internacional, el secreto a voces de que la administración Trump está perdiendo la guerra comercial con China (basta leer los análisis de los propios medios estadounidenses sobre el tema para darse cuenta de ello), las perspectivas de una recesión económica mundial y de una imparable burbuja de deuda soberana en muchos países, unidas a la fragilidad política del "giro a la derecha" en América Latina, ilustrada con la vergonzosa derrota del macrismo esta semana en Argentina, reavivan la agenda multipolar en todo el mundo con un continente asiático que seguirá con hambre de recursos que no posee en su territorio.
El anuncio del Comandante Daniel Ortega, más allá de las medidas concretas que se tomen dentro del marco del proyecto del Gran Canal (por el momento, los anunciados ajustes al estudio medioambiental aprobado hace ya 4 años) es de gran significado dentro y fuera de Nicaragua.
A nivel nacional, como lo dijimos más arriba, es la constatación de la derrota de un movimiento golpista tóxico que en su momento se hizo pasar por "ambientalista", "campesino" y "anticanal" pero que en la práctica demostró ser una serie de células terroristas, cuatreras y traficantes manipulando campesinos de las zonas por las que pasaría el canal con el cuento de que podían pedir hasta 1 millón de dólares por manzana.
A nivel regional, el volver a poner el Canal Interoceánico en la agenda activará una serie de dinámicas económicas positivas en una Centroamérica y una América Latina hambrientas de más comercio con China y en un contexto político en el que se avizora el debilitamiento y próximo fin de la ola derechista en la región.
Lo cierto es que en lo político, Trump no ha hecho más que alienar a propios y extraños en el Abya Yala, llegando incluso a caer en contradicciones con aliados de toda la vida, como Colombia, a quien acusó de "no hacer nada" para parar la producción de droga. A nivel de pueblos, ni se diga: ya sea con sus políticas xenófobas y/o racistas, o con los regímenes que apoya, hace rato que Trump se ha ganado la antipatía de los pueblos. En lo económico, cada día queda más claro que los gobiernos neoliberales apoyados por Washington no son beneficiados ni con mayores inversiones, ni con importaciones estadounidenses, lanzándolos así en los brazos de la multipolaridad.
El anuncio de la vigencia del proyecto del Gran Canal Interoceánico es una movida que le da al Gobierno de Nicaragua la iniciativa en el debate político dentro y fuera del país y es una muestra de que cuando se trata con el imperio no se debe actuar con miedo y abandonar el proyecto de Nación, sino serenamente, valorando las correlaciones de fuerzas, seguir por la senda trazada por la historia y por el pueblo.