lunes, 27 de abril de 2020

Ramonet, el Comandante Daniel siempre ha estado al mando



Stephen Sefton, Tortilla con Sal.

El reciente artículo "Ante lo desconocido... La pandemia y el sistema-mundo" de Ignacio Ramonet es interesante tanto por lo que omite como por lo que Ramonet tiene que decir. La principal omisión es el decidido ataque de clase de parte de las élites gobernantes occidentales y sus representantes políticos que están explotando la pandemia del COVID-19 para crear las condiciones para un represivo reinicio del capitalismo corporativo. Han montado este ataque tanto adentro de sus propios países como a nivel internacional.

Ramonet hace la dudosa afirmación de que "Nadie sabe interpretar y clarificar este extraño momento de tanta opacidad, cuando nuestras sociedades siguen temblando sobre sus bases como sacudidas por un cataclismo cósmico... Cuando todo termine la vida ya no será  igual.". Este lenguaje es sensacionalista y falso, y trae a la mente el comentario del personaje Tancredi en la novela de Lampedusa "Para que todo siga igual, todo debe cambiar". Algunas cosas pueden cambiar, pero la vida seguirá igual, sea lo que sea lo que Ramonet desee.

El capitalismo corporativo continuará explotando y destruyendo los recursos del planeta. Las élites imperialistas de América del Norte y Europa continuarán haciendo la guerra a la mayoría empobrecida del mundo. Los Estados Unidos continuarán su lento declive en relación con China y Rusia. La mayoría empobrecida de América Latina y el Caribe seguirá exigiendo y luchando por la justicia. Las Naciones Unidas y sus instituciones seguirán siendo corrompidas por la financiación e intromisión corporativa. El Presidente de los Estados Unidos seguirá siendo un belicoso rehén de las luchas internas entre los oligarcas del país. Prácticamente todo seguirá igual,  entre lo cuál lo más importante es la lucha implacable de la mayoría del mundo por una vida decente.

De hecho, mucha gente tiene absolutamente claro lo que está pasando. Ven cómo una genuina emergencia sanitaria internacional muy seria, pero de ninguna manera catastrófica, está siendo explotada por las oligarcas occidentales para concentrar todavía más su poder monopólico e intensificar la relación esencialmente fascista entre el Estado y el poder corporativo en Occidente. Para las élites occidentales, la crisis de COVID-19 se produjo en un momento muy oportuno, ofreciendo a las élites financieras corporativas occidentales y a sus gobiernos comprados un pretexto para otra tremenda transferencia de riqueza a esas élites a través de la intervención gubernamental.

Al mismo tiempo la crisis permitió a las élites occidentales intensificar sus ataques contra, por ejemplo, Cuba, Irán, Nicaragua, Palestina, Siria, Venezuela y Yemen y diversificar el alcance de su ofensiva contra China y Rusia. Por ese motivo el pasado 15 de abril el presidente de Nicaragua, el Comandante Daniel Ortega, insistió en el imperativo de la paz, el fin de todo tipo de agresión y en que ha llegado el momento de cambiar las armas nucleares por los hospitales. Los líderes de Cuba, Nicaragua y Venezuela ven muy claramente que la crisis es, en efecto, un momento que exige un cambio profundo y una solidaridad global. Pero también conocen muy bien la cruel perversidad del gobierno de los Estados Unidos y sus aliados.

A pesar de ofrecer un amplio informe de las muchas ramificaciones de los efectos de COVID-19,  Ignacio Ramonet en su artículo omite muchas opiniones e informaciones relevantes. Mientras que descarta correctamente la idea de que el virus se haya escapado de un laboratorio en algún lugar, todavía existe incertidumbre sobre el origen del virus tanto en términos de tiempo como de lugar. La fuente identificada más conocida fue Wuhan, en China, a finales de diciembre de 2019, pero los médicos de Italia creen que puede haber estado circulando allí ya en noviembre de 2019. Ramonet también hace hincapié en la agresiva naturaleza mortal del virus aparentemente sin considerar los últimos datos que indican que la letalidad de COVID-19 es, después de todo, a pesar de los diversos síntomas que el virus provoca,  similar en general a un variante muy grave de la influenza.

Prestigiosos académicos como el Dr. John Ioannidis de la Universidad de Stanford y médicos muy comprometidos, con décadas de trabajo en el tratamiento de epidemias, sostienen de manera convincente que los últimos datos basados en confiables pruebas representativas apuntan a una baja tasa de mortalidad en relación al número de casos, por ejemplo, el 0.03% en California y el 0.1% aún en Nueva York. Ramonet parece preferir aceptar el alarmismo de los reportajes de los mismos medios corporativos notorios por su desinformación en pasados momentos de crisis, en lugar de la realidad basada en los datos. En cambio, Ramonet sí ofrece una buena explicación de por qué el virus ha tenido un efecto tan devastador en los sistemas de salud pública de América del Norte y Europa. Como señala él, los principales factores han sido una preparación inadecuada, la falta de medidas preventivas a tiempo y la ausencia de una educación oportuna en materia de salud pública.

Por otra parte, un factor clave que Ramonet omite y que ha sido crucial para el éxito de las medidas de contención del virus en los países socialistas ha sido la organización popular masiva. Bajo las administraciones socialistas como las de Vietnam, Kerala en la India, Cuba, Nicaragua y Venezuela, los programas masivos de prevención, educación y monitoreo casa por casa han dado resultados igual que buenos o incluso mejores que el tipo de medidas digitales de vigilancia y control aplicadas en otros lugares. Por ejemplo, Nicaragua ha logrado hacer más de 4 millones de visitas casa por casa. De manera indirecta, Ramonet refiere a este punto cuando señala que las cosas convencionales como el jabón para lavarse las manos, las máquinas de coser para producir máscaras y las medidas tradicionales como el distanciamiento físico han sido fundamentales para superar con éxito los efectos de COVID-19.

Curiosamente, en la revisión del tema por Ignacio Ramonet está ausente la discusión altamente relevante sobre el papel de las cuarentenas. Las medidas actuales  de cerrar las sociedades y economías de manera total contradicen siglos de sólida práctica médica por la cual la cuarentena se aplica a las personas que están enfermas, no a las que están sanas. Ahora bien, en muchos países, poblaciones enteras, principalmente sanas, han sido encarceladas durante semanas. Es evidente que las sociedades con características muy diversas aplicarán medidas muy diferentes. Durante mucho tiempo, la falta de pruebas ampliamente disponibles, robustas y fiables para COVID-19 obstaculizó drásticamente una respuesta mundial eficaz y apropiada a  COVID-19. Pero Ramonet podría haber señalado que los últimos datos basados en pruebas fiables y representativas sugieren que la diferencia en las tasas de mortalidad es estadísticamente insignificante entre los países que han puesto en cuarentena a su población y los que no lo han hecho.

Así pues, si bien una respuesta de salud pública muy agresiva puede haberse justificado inicialmente, en este momento puede que ya no se justifique. Ya sea así o no, los países que han implementado una cuarentena estricta se enfrentan ahora a un doble dilema. En primer lugar, a medida que las autoridades relajan las restricciones, el virus puede comenzar a reaparecer de nuevo como parece haber sucedido en algunos lugares de China. En segundo lugar, las personas que emergen con sistemas inmunológicos debilitados después de muchas semanas de aislamiento bien podrían contraer otras enfermedades infecciosas, lo que llevaría a una presión repentina sobre los sistemas de salud que todavía sufren los efectos de haber abordado el COVID-19. Ese efecto se verá sin duda agravado también por las personas con diversas afecciones crónicas que sienten desesperadas por obtener la atención que temían buscar durante el aislamiento.

El propio Ramonet parece aceptar a pie de la letra una imagen de "ciencia" hecha a medida para los gobiernos occidentales y depredadores corporativos como Bill Gates. Por ejemplo, la orientación administrativa ha sido errática en relación a cómo se registran los diagnósticos y las muertes. Italia, los Estados Unidos y el Reino Unido han adoptado directrices que tienden a exagerar el número de muertes por COVID-19, mientras que otras jurisdicciones han seguido reconociendo la diferencia entre morir "por" el virus y morir "con" el virus. Estos asuntos son relevantes para las observaciones de Ramonet sobre cómo el virus ha estimulado una avalancha de información falsa en la cual él omite la cuestión básica de la desinformación derivada de datos deficientes.

Saltando estos importantes detalles, Ramonet sugiere que quizás el mundo se encuentra en "un momento de rotunda transformación." o que puede haber "una suerte de estampida revoltosa de ciudadanos indignados -muy indignados- contra diversos centros de poder acusados de mala gestión de la pandemia". La experiencia de los últimos 50 años sugiere lo contrario. En todo Occidente, las poblaciones no sólo se han sometido a las medidas restrictivas de amplio alcance que Ramonet analiza en su artículo, sino que en su mayoría las han acogido con agrado. En lo que respecta al apoyo político al cambio, las cuestiones fundamentales de clase y poder son pertinentes tanto a nivel nacional entre los acomodados y los empobrecidos, como a nivel mundial entre el Occidente imperialista y el mundo mayoritario que el imperialismo occidental ha saqueado durante siglos.

Ramonet sí cubre la cuestión de la desventaja de clase en relación al acceso a la atención sanitaria en los Estados Unidos, la difícil situación de los migrantes en todo el mundo y los terribles efectos injustos de la gran desigualdad en las sociedades de los países en desarrollo. En contra de esa deprimente realidad, Ramonet con razón ofrece el inspirador éxito de Venezuela en la contención del virus y los brillantes iniciativas de la solidaridad Cubana sin precedentes a nivel internacional, a pesar del genocida bloqueo e inhumanas sanciones estadounidenses contra ambos países. Sin embargo, otra omisión flagrante en el relato de Ramonet sobre la pandemia es la importante experiencia de Nicaragua. Nicaragua no sólo ha sido el país de la región que más éxito ha tenido hasta ahora en la contención del virus COVID-19, sino que también es uno de los únicos países de la región que ha logrado mantener su economía abierta y evitar el endeudamiento masivo para hacer frente a los efectos económicos de la pandemia.

La experiencia de estos tres países contradice la afirmación de Ramonet de que "El planeta descubre, estupefacto, que no hay comandante a bordo… ". En Nicaragua nuestro Comandante Daniel siempre estuvo al mando, al igual que el Presidente Nicolás Maduro en Venezuela, y el Presidente Díaz Canel y sus compañeros en Cuba. Y siempre más allá de ellos, muy cerca, han estado los ejemplos e inspiración del Comandante Carlos Fonseca, el Comandante Hugo Chávez, el Comandante Fidel y el Che. Junto a Daniel, Nicolás y Miguel, ellos también han estado al frente de esta crisis y siempre lo estarán en el futuro también.

viernes, 24 de abril de 2020

Estudio TN8: Nicaragua avanza en medio de la pandemia

Los periodistas Erving Vega, Arlen Hernández, Fabiola Amador y Jorge Capelán, discuten los acontecimientos de la semana, especialmente los avances alcanzados en obras de infraestructura y campañas de vacunación esta semana, así como la histeria mundial causada por la manipulación de la pandemia de Covid-19.

jueves, 23 de abril de 2020

PODCAST: El imperio con la Covid-19



Entrevista a fondo con Camilo Mejía desde Miami, Florida sobre la situación de la pandemia y el destino del imperio.

lunes, 20 de abril de 2020

¿Por qué Occidente odia a la Nicaragua Sandinista?


Stephen Sefton, Tortilla con Sal.

El éxito de Nicaragua en la contención del virus COVID-19 hace que el fracaso de los EE.UU. y sus países aliados parezca patético. El bajo número de nueve casos confirmados hasta la fecha y sólo dos muertes, reivindican categóricamente las políticas del gobierno sandinista liderado por el presidente Daniel Ortega y la vicepresidenta Rosario Murillo. Lo mismo ocurre con otros gobiernos revolucionarios y socialistas de todo el mundo. Cuba ha dado un brillante ejemplo de liderazgo y solidaridad mundial. En otros partes del mundo, Venezuela, Vietnam y el estado indio de Kerala igualmente han aplicado políticas diversas pero exitosas para contener la pandemia.

Pero en América del Norte y Europa, el éxito en la lucha contra la COVID-19 de estos empobrecidos países socialistas , incluso cuando están siendo atacados por los Estados Unidos y la Unión Europea, como Cuba, Nicaragua y Venezuela, ha sido suprimido. En el caso de Nicaragua, los medios de comunicación y las ONG occidentales han distorsionado ampliamente y han mentido repetidamente sobre los extraordinarios logros del gobierno sandinista del país en comparación con otros países de la región, por no hablar del gran contraste con la catastrófica situación de América del Norte y Europa occidental. Muchas razones contribuyen a esa realidad, tanto contemporáneas como históricas.

Sin embargo, una razón es fundamental. Los liberales y progresistas occidentales que generalmente controlan la información y las comunicaciones en América del Norte y Europa no pueden reconocer el éxito del gobierno sandinista de Nicaragua sin admitir su propio monstruoso cinismo e hipocresía. En general, desde la disolución de la Unión Soviética, ellas y ellos han coludido efectivamente con el capitalismo corporativo y su equipo de ventas de políticas neoliberales liderado por individuos como Barack Obama o Tony Blair. En el mejor de los casos, han suplicado pequeños retoques y ajustes a los peores excesos capitalistas en sus propios países para mitigar en cierta medida la injusticia y el sufrimiento en casa.

Pero en el extranjero han conspirado a promover o justificar golpes de estado, guerras de agresión y sádicas sanciones genocidas contra pueblos con gobiernos independientes. Han sido cómplices de sus aliados, efectivamente coludiendo en la agresión de éstos contra sus víctimas, como los palestinos o las poblaciones vulnerables del Congo. Los liberales y progresistas occidentales difícilmente podrían estar más cómodos con la unión fascista del poder corporativo y estatal que actualmente controla los Estados Unidos y la Unión Europea. Por lo tanto, ha sido perfectamente natural que estos liberales y progresistas occidentales apoyen efectivamente, por ejemplo, a los extremistas inspirados por los nazis en Ucrania, a los fanáticos terroristas pseudo-religiosos en Libia y Siria y a la extrema derecha y sus fuerzas aliadas en Venezuela y Nicaragua.

Uno de los efectos de ese apoyo a tales fuerzas siniestras es que no hay vuelta atrás. El éxito de Nicaragua en la lucha contra la pandemia del COIVD-19 es irrefutable. Pero los liberales y progresistas occidentales no pueden admitirlo porque hacerlo contradiría las mentiras y fabricaciones de la derecha local y las fuerzas aliadas que apoyan. Admitir finalmente que sus aliados de la derecha son fraudes mentirosos significaría una revisión radical de su falsa versión del violento, fallido intento de golpe de estado de 2018. Nicaragua es sólo un ejemplo de cómo los liberales y progresistas occidentales se encuentran asfixiados en un miasma de prejuicios irreflexivos, cobardía moral e hipocresía cínica, haciendo imposible una valoración honesta de sus propias contradicciones morales y políticas.

En gran medida, es por ese motivo que el próximo Presidente de los Estados Unidos será otro demente instrumento belicoso de la plutocracia estadounidense y por qué la Unión Europea sobrevivirá cada vez más claramente como un instrumento desesperadamente disfuncional de los oligarcas estadounidenses y europeos. Es muy poco probable que  la crisis actual conduzca a un mundo multipolar más seguro y humano. Es totalmente acertado el llamamiento de Daniel Ortega a cambiar el enorme gasto militar de los países ricos a favor de una mejor atención sanitaria y un enfoque en la solidaridad humana en lugar de la codicia capitalista. El paciente, práctico, prudente pero también brillante ejemplo del gobierno nicaragüense en esta crisis es irrefutable. Por ese motivo las élites gobernantes occidentales y sus corruptos políticos, sus falsos medios de comunicación y sus mercenarios ONGs  han respondido con todavía más mentiras, falsedades, evasiones y amenazas. Odian a la Nicaragua sandinista porque son incapaces de enfrentar tanta Luz y Verdad.

viernes, 17 de abril de 2020

Estudio TN8: Nuestra arma es la salud

Los periodistas Erving Vega, Arlen Hernández, Fabiola Amador y Jorge Capelán, discuten los acontecimientos de la semana, en especial el mensaje del Comandante Daniel Ortega al pueblo de Nicaragua y al mundo, así como los avances del país en la lucha contra la Covid-19.

martes, 14 de abril de 2020

Estudio TN8: El mundo post-coronavirus

Los periodistas Erving Venga y Jorge Capelán, junto con el sociólogo Freddy Franco, discuten el nuevo mundo que se divisa tras la pandemia de la Covid-19.

viernes, 10 de abril de 2020

Podcast: La #Covid-19 desde Centroamérica


En este episodio del podcast De Managua con Amor hablamos sobre la situación de la pandemia en Nicaragua y tenemos una larga conversación con el dirigente del partido Libertad y Refundación de Honduras, Gilberto Ríos, sobre las implicaciones más amplias de esta crisis para el futuro del capitalismo y del socialismo necesario para nuestros pueblos.

martes, 7 de abril de 2020

¿Se puede confiar en la Organización Mundial de la Salud?



Por F. William Engdahl
Globalresearch.ca

La organización más influyente del mundo con responsabilidad nominal en cuestiones de salud y epidemias mundiales es la Organización Mundial de la Salud, OMS, con sede en Ginebra. Lo que pocos conocen son los mecanismos reales de su control político, los chocantes conflictos de intereses, la corrupción y la falta de transparencia que impregna la agencia que se supone es la guía imparcial para superar la actual pandemia de COVID-19. Lo que sigue es sólo una parte de lo que ha salido a la luz pública.

¿Declaración de pandemia?

El 30 de enero Tedros Adhanom, Director General de la Organización Mundial de la Salud de las Naciones Unidas declaró una Emergencia de Salud Pública de Interés Internacional o PHIEC. Esto ocurrió dos días después de que Tedros se reuniera con el Presidente de China Xi Jinping en Beijing para discutir el dramático aumento de los casos graves de un novedoso coronavirus en Wuhan y sus alrededores que había alcanzado proporciones dramáticas. Anunciando su declaración de emergencia del PIHEC, Tedros elogió las medidas de cuarentena chinas, medidas muy controvertidas en la salud pública y nunca antes en los tiempos modernos intentadas con ciudades enteras, y mucho menos con países. Al mismo tiempo, Tedros, curiosamente, criticó a otros países que se estaban moviendo para bloquear los vuelos a China para contener la nueva y extraña enfermedad, lo que dio lugar a acusaciones de que estaba defendiendo indebidamente a China.

Los primeros tres casos en Wuhan fueron reportados, oficialmente, el 27 de diciembre de 2019, un mes antes. Todos los casos fueron diagnosticados con neumonía por una nueva forma de Coronavirus del SARS. Es importante señalar que el mayor movimiento de personas del año, el Año Nuevo Lunar y el Festival de Primavera de China, durante el cual unos 400 millones de ciudadanos se desplazan por todo el país para reunirse con sus familias, tuvo lugar del 17 de enero al 8 de febrero. El 23 de enero, a las 2 de la mañana, dos días antes del comienzo de las festividades del Año Nuevo, las autoridades de Wuhan declararon un encierro sin precedentes de toda la ciudad de 11 millones a partir de las 10 de la mañana de ese día. Para entonces, cientos de miles, si no varios millones de residentes habían huido en pánico para evitar la cuarentena.

Para cuando la OMS declaró su Emergencia de Salud Pública de Interés Internacional el 30 de enero, se habían perdido semanas preciosas para contener la enfermedad. Sin embargo, Tedros elogió efusivamente las medidas "sin precedentes" adoptadas por China y criticó a otros países por poner un "estigma" a los chinos al reducir los viajes.

En referencia a la propagación del COVID-19 de Wuhan y a la razón por la que la OMS no lo calificó de pandemia, el portavoz de la OMS, Tarik Jasarevic, declaró: "No existe una categoría oficial (para una pandemia)... la OMS no utiliza el antiguo sistema de 6 fases - que iba desde la fase 1 (no hay informes de gripe animal que causen infecciones humanas) hasta la fase 6 (una pandemia) - con el que algunas personas pueden estar familiarizadas a partir del H1N1 en 2009".

Luego, en un giro de 180 grados, el 11 de marzo, Tedros Adhanom anunció por primera vez que la OMS llamaba a la nueva enfermedad del coronavirus, ahora rebautizada como COVID-19, una "pandemia global". En ese momento la OMS dijo que había más de 118.000 casos de COVID-19 en 114 países, con 4.291 muertes.

Pandemia falsa de gripe porcina H1N1 de la OMS de 2009

A raíz de un fiasco y un escándalo anteriores de la OMS en 2009 por su declaración de una pandemia mundial en torno a la "gripe porcina" o H1N1, como se la denominó, la OMS decidió dejar de utilizar el término pandemia. La razón es indicativa de la corrupción endémica de la institución de la OMS.

Apenas unas semanas antes de que se informara por primera vez en 2009 de que un niño mexicano de corta edad había sido infectado por el nuevo virus de la "gripe porcina" H1N1 en Veracruz, la OMS había cambiado discretamente la definición tradicional de pandemia. Ya no era necesario que la enfermedad notificada estuviera sumamente extendida en muchos países y fuera extremadamente mortal o debilitante. Sólo tenía que ser extendida, como la gripe estacional, en caso de que los "expertos" de la OMS quisieran declarar una pandemia. Los síntomas del H1N1 de la OMS eran los mismos que los de un resfriado fuerte.

Cuando la entonces Directora General de la OMS, la Dra. Margaret Chan, declaró oficialmente una emergencia pandémica mundial de fase 6, que desencadenó programas de emergencia nacionales que incluían compras gubernamentales de miles de millones de dólares de supuestas vacunas contra el H1N1. Al final de la temporada de gripe de 2009 resultó que las muertes por el H1N1 fueron mínimas en relación con la gripe estacional normal. El Dr. Wolfgang Wodarg, médico alemán especializado en neumología, era entonces presidente de la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa. En 2009 pidió una investigación sobre los supuestos conflictos de intereses en torno a la respuesta de la UE a la pandemia de gripe porcina. El Parlamento de los Países Bajos también descubrió que el profesor Albert Osterhaus de la Universidad Erasmus de Rotterdam, la persona que se encontraba en el centro de la pandemia mundial de gripe porcina H1N1 de 2009 como asesor principal de la OMS sobre la gripe, estaba en una posición privilegiada para beneficiarse personalmente de los miles de millones de euros en vacunas supuestamente destinadas a la gripe H1N1.

Muchos de los demás expertos científicos de la OMS que aconsejaron a la Dra. Chan que declarara la pandemia estaban recibiendo dinero directa o indirectamente de las grandes farmacéuticas, entre ellas GlaxoSmithKline, Novartis y otros importantes fabricantes de vacunas. La declaración de pandemia de gripe porcina de la OMS era falsa. En el período 2009-10 se produjo la gripe más leve en todo el mundo desde que la medicina comenzó a hacer un seguimiento de la misma. Los gigantes de la industria farmacéutica se llevaron miles de millones en el proceso.

Fue después del escándalo de la pandemia de 2009 que la OMS dejó de utilizar la declaración de la pandemia en 6 fases y pasó a la totalmente vaga y confusa "Emergencia de Salud Pública de Interés Internacional". Pero ahora, Tedros y la OMS decidieron arbitrariamente reintroducir el término pandemia, admitiendo sin embargo que todavía están en medio de crear una nueva definición del término. "Pandemia" provoca más miedo que "Emergencia de Salud Pública de Interés Internacional".

El sabio de la OMS sigue en conflicto

A pesar de los enormes escándalos de conflictos de intereses de 2009-10 que vinculan a la Gran Industria Farmacéutica con la OMS, hoy en día la OMS, bajo el mando de Tedros, ha hecho poco para acabar con la corrupción y los conflictos de intereses.

El actual Grupo de Expertos de Asesoramiento Científico de la OMS (SAGE) está plagado de miembros que reciben fondos "económicamente significativos" ya sea de los principales fabricantes de vacunas, o de la Fundación Bill y Melinda Gates (BGMF) o del Wellcome Trust. En la última publicación de la OMS de los 15 miembros científicos del SAGE, no menos de 8 habían declarado su interés, por ley, en los posibles conflictos. En casi todos los casos, el principal financiador de estos 8 miembros de SAGE fueron la Fundación Bill y Melinda Gates, Merck & Co. (MSD), Gavi, la Alianza de Vacunas (un grupo de vacunas financiado por Gates), el Comité Asesor Científico de Salud Mundial del BMGF, Pfizer, Novovax, GSK, Novartis, Gilead y otros importantes actores de la industria farmacéutica de las vacunas. Hasta aquí la objetividad científica independiente en la OMS.

Gates y la OMS

El hecho de que muchos de los miembros del SAGE de la OMS tengan vínculos financieros con la Fundación Gates es muy revelador, aunque no sorprendente. Hoy en día, la OMS está financiada principalmente no por los gobiernos de los miembros de las Naciones Unidas, sino por lo que se denomina una "asociación público-privada" en la que dominan las empresas privadas de vacunas y el grupo de entidades patrocinadas por Bill Gates.

En el último informe financiero disponible de la OMS, correspondiente al 31 de diciembre de 2017, algo más de la mitad de los más de 2.000 millones de dólares del presupuesto del Fondo General de la OMS procedía de donantes privados u organismos externos como el Banco Mundial o la UE. Con mucho, los mayores financiadores privados o no gubernamentales de la OMS son la Fundación Bill y Melinda Gates, junto con la Alianza GAVI para la Vacuna, financiada por Gates, el Fondo Mundial de Lucha contra el SIDA, la Tuberculosis y la Malaria (FMSTM), iniciado por Gates. Esos tres aportaron más de 474 millones de dólares a la OMS. La Fundación Bill y Melinda Gates por sí sola donó la friolera de 324.654.317 dólares a la OMS. En comparación, el mayor donante estatal de la OMS, el Gobierno de los Estados Unidos, dio 401 millones de dólares a la OMS.

Entre otros donantes privados se encuentran los principales fabricantes de vacunas y medicamentos del mundo, entre ellos Gilead Science (que actualmente está presionando para que su medicamento sea utilizado como tratamiento para COVID-19), GlaxoSmithKline, Hoffmann-LaRoche, Sanofi Pasteur, Merck Sharp y Dohme Chibret y Bayer AG. Los fabricantes de la droga dieron decenas de millones de dólares a la OMS en 2017. Este apoyo de la industria privada pro-vacunas a la agenda de la OMS por parte de la Fundación Gates y la Gran Farmacia es más que un simple conflicto de intereses. Es un secuestro de facto de la agencia de la ONU responsable de coordinar las respuestas mundiales a las epidemias y enfermedades. Además, la Fundación Gates, la mayor del mundo con unos 50.000 millones de dólares, invierte sus dólares exentos de impuestos en esos mismos fabricantes de vacunas, entre los que se encuentran Merck, Novartis, Pfizer y GlaxoSmithKline.

En este contexto, no debe sorprender que el político etíope Tedros Adhanom se convirtiera en el jefe de la OMS en 2017. Tedros es el primer director de la OMS que no es médico a pesar de su insistencia en usar el título de Dr. Es doctor en filosofía en salud comunitaria por "la investigación de los efectos de las presas en la transmisión del paludismo en la región de Tigray en Etiopía". Tedros, que también fue Ministro de Asuntos Exteriores de Etiopía hasta 2016, conoció a Bill Gates cuando era Ministro de Salud de Etiopía y se convirtió en Presidente de la Junta del Fondo Mundial contra el VIH/SIDA, la tuberculosis y la malaria vinculado a Gates.

Bajo el mandato de Tedros, la notoria corrupción y los conflictos de intereses en la OMS han continuado, e incluso han aumentado. Según un informe reciente de la Corporación Australiana de Radiodifusión, en 2018 y 2019 bajo Tedros, el Programa de Emergencias de Salud de la OMS, la sección responsable de la respuesta mundial de COVID-19, fue citado con la calificación de riesgo más alta señalando el "fracaso en la financiación adecuada del programa y las operaciones de emergencia [se arriesga] a una entrega inadecuada de resultados a nivel de país". El informe de la ABC también encontró que ha habido un "aumento de las denuncias de corrupción interna en toda la organización, con la detección de múltiples esquemas destinados a defraudar grandes sumas de dinero del organismo internacional". No es muy tranquilizador.

A principios de marzo la Universidad de Oxford dejó de utilizar los datos de la OMS sobre COVID-19 debido a repetidos errores e inconsistencias que la OMS se negó a corregir. Los protocolos de pruebas de la OMS para pruebas de coronavirus han sido citados repetidamente por varios países, incluyendo Finlandia, por defectos y falsos positivos y otros defectos.

Esta es la OMS en la que ahora confiamos para que nos guíe a través de la peor crisis sanitaria del último siglo.

*

F. William Engdahl es consultor y conferenciante de riesgos estratégicos, es licenciado en política por la Universidad de Princeton y es un autor de best-sellers sobre petróleo y geopolítica, exclusivamente para la revista online "New Eastern Outlook" donde se publicó originalmente este artículo. Es investigador asociado del Centro de Investigaciones sobre la Globalización.

lunes, 6 de abril de 2020

Nicaragua y la Covid-19: El secreto mejor ocultado por los medios occidentales

250 mil brigadistas de salud han hecho millones de visitas
casa a casa para informar sobre la pandemia.
Esta es solo una de las muchas acciones emprendidas
por el Gobierno sandinista para enfrentar la Covid-19.
Por Jorge Capelán.

Uno de los secretos mejor escondidos tras la cacofonía del pánico y el terrorismo mediático provocada por la actual pandemia de la Covid-2019 ha sido la manera tan exitosa como Nicaragua, un país pequeño y pobre en una de las regiones más expuestas al cambio climático en el planeta, ha venido atajando la llegada del nuevo coronavirus.

Con 6.5 millones de habitantes, Nicaragua tenía hasta el 5 de abril solo 6 casos de Covid-19 (todos importados), de los cuales 3 estaban activos, 2 estaban recuperados y uno, enfermo de SIDA, había fallecido. Al mismo tiempo, mantenía en vigilancia cercana a unas 10 personas a las que, a pesar de haber dado negativo en las pruebas, se les sigue controlando por precaución.

En comparación, en la región centroamericana, hasta ese día habían 4.598 casos confirmados de Covid-19 de los cuales 4.360 eran activos, 167 fallecidos y 71 recuperados. En Centroamérica, solo Belice, con menos de 400.000 habitantes, tiene menos casos confirmados que Nicaragua, con 5, todos activos.

En cuanto a casos por millón de habitantes, Nicaragua tiene la menor cantidad de toda la región, con 0.93 casos. Le sigue Guatemala, con 4.22 casos; El Salvador, con 9.56 casos; Belice, con 12.24 casos; Honduras con 32.54 casos; Costa Rica, con 89.76 casos y Panamá, con 471.22 casos por millón.

Nótese que en los dos países con los que Nicaragua tiene extensas y porosas fronteras (Honduras al norte y Costa Rica al sur) tienen niveles de infección mucho más altos.

Asimismo, en dos países caracterizados por la aplicación de medidas draconianas de reclusión y toque de queda para hacerle frente a la pandemia (El Salvador y Honduras) las tasas de infección por millón de habitantes son también mucho más altas que en Nicaragua.

Sectores vinculados a la oposición golpista en el país alegan que las cifras del Gobierno son falsas y que en realidad este no está haciendo nada para combatir la pandemia. Dicen que hay tan pocos casos confirmados porque no se han aplicado pruebas masivas de Covid-19 a la población.

Esos argumentos solo son viables para el consumo en el exterior y para que ciertos grupos bastante alienados a lo interno del país vivan en una ilusión, porque para cualquier persona normal que viva en Nicaragua la situación evidentemente no es así.

Claramente, ningún centro de salud en Nicaragua está atestado de gente con síntomas respiratorios. Según declaraciones del director general del Ministerio de Salud, los casos de neumonía en este mes de abril, que por lo general tienen un repunte en el país, muestran niveles más bajos que el año anterior. El año pasado se aplicó a la población alrededor de 1 millón de vacunas contra la influenza (B, H1N1 y H3N2), mientras que la vacuna contra el neumococo se aplicó a los adultos mayores y a las personas que padecen enfermedades crónicas.

Por otra parte, ¿dónde están las protestas en las calles contra la supuesta falta de acción del Gobierno ante la pandemia? En ningún lado, solamente en el ciberespacio, en las mentes afiebradas de elementos con base en Miami y algunos países de la Unión Europea.

La respuesta del Gobierno sandinista a la emergencia de la Covid-19 se basa en una serie de pilares:

En primer lugar, el desarrollo de un Estado Social de Derecho que pone los derechos sociales y económicos de la población, en especial la salud, la educación y el derecho a la alimentación, en el centro.

En Nicaragua, contrariamente a la propaganda de los medios occidentales, no existe una relación antagónica entre el Estado y la población, que en inmensa mayoría (incluso entre amplios sectores de la minoría opositora) confía en que la Policía y las autoridades de la salud buscan el bien público.

En segundo lugar, en el desarrollo más amplio posible de la salud pública. Para nadie debería ser un secreto que la Salud Pública en Nicaragua nació con el derrocamiento de la dictadura somocista en 1979 y el triunfo de la Revolución Sandinista.

Antes del 19 de julio de 1979, los sectores populares más pobres eran forzados a vender su sangre a la empresa Plasmaféresis para poder sobrevivir mientras que las enfermedades endémicas eran muy extendidas en un país en el que más de la mitad de la población no sabía leer ni escribir.

Con la primera etapa de la Revolución Sandinista en los años 80 del siglo pasado llegaron masivas campañas de vacunación, prevención e higiene, así como de formación de personal de la salud y de desarrollo de infraestructura sanitaria, todo ello en medio y a pesar de una cruenta guerra terrorista promovida por los Estados Unidos.

Esto fue así porque esa política era parte fundamental del programa histórico del Frente Sandinista de Liberación Nacional, formulado muchos años antes del triunfo de 1979.

A pesar de la contrarreforma neoliberal del período 1990-2007, en el que se trató de privatizar totalmente la salud, toda esa infraestructura humana formada durante la década de los años 80 en los valores de la salud como un derecho básico e inalienable, resistió y cuando el Frente Sandinista regresó al poder estuvo en condiciones de implementar el exitoso modelo de salud comunitaria que hoy pone a prueba la emergencia de la Covid-19.

Durante los últimos 13 años, el Gobierno sandinista ha construido 18 hospitales: 15 primarios, 1 departamental y 2 nacionales, todos ellos funcionando gratuitamente. A mediado plazo, existe la proyección de construir 15 hospitales más, seis de los cuales ya están en construcción, entre ellos dos grandes: el de León y el de Nueva Segovia.

Además de esto, es innumerable la cantidad de puestos de salud que se han construido y reacondicionado a lo largo y ancho del país, así como de casas maternas. También, y por si esto fuera poco, existe un programa masivo que semana a semana visita activamente a las comunidades para brindar información y atención médica gratuita a la población que por diferentes razones no puede ir a un centro de salud.

A todo esto hay que agregarle la reciente inauguración de un moderno laboratorio de biología molecular capaz de analizar pruebas de varias enfermedades, entre ellas la Covid-19. Este laboratorio es el segundo más avanzado de la región.

Además, Nicaragua cuenta desde fines de 2018 con una planta de medicamentos con capacidad para producir 12 millones de vacunas contra la influenza al año y en la que se proyecta producir el medicamento cubano Interferón Alfa-2B exitosamente utilizado para tratar pacientes con Covid-19.

Junto al desarrollo de esta base material, el modelo de salud sandinista (Modelo de Salud Familiar y Comunitario, formulado conceptualmente ya en el año 2008) cuenta con una amplia infraestructura social en la forma de redes sectoriales, municipales, departamentales y nacionales que articulan recursos de salud públicos, comunitarios y privados que desde hace años vienen impulsando todo tipo de jornadas de salud, especialmente para prevenir enfermedades como el dengue, zika y chikungunya, además de todas las demás tareas de salud.

Varios meses antes de la alerta por la Covid-19, el Gobierno, en julio del año pasado, ya había declarado una alerta epidemiológica para combatir las enfermedades arriba mencionadas. En realidad, desde hace muchos años Nicaragua, por sus mismas condiciones, vive en una situación permanente de alerta epidemiológica a la que las autoridades hacen frente en conjunto con las comunidades, lo que le ha dado al país mejores niveles se salud a nivel poblacional y una amplia experiencia ante este tipo de amenazas.

Por sus mismas características, Nicaragua está obligada a tener un sistema de alerta ante todo tipo de amenazas que incluyen situaciones epidemiológicas, climáticas (por ejemplo, huracanes), tectónicas (sismológicas y volcánicas) y desde hace muchos años realiza gigantescos ejercicios de defensa civil que involucran a millones de ciudadanos.

Es falso que el Gobierno no informe sobre el avance de la pandemia en el país, tal y como se puede constatar en la página web del Ministerio de Salud, además de las conferencias de prensa diarias que ofrecen sus representantes y de la abundante información que se brinda a través de los medios. Así como en Nicaragua hay una libertad irrestricta de desinformación, ya que no se ha cerrado ni un solo medio de la derecha golpista, también la hay de información a través de los medios del Poder Ciudadano.

Desde fines de febrero, el Gobierno de Nicaragua dio a conocer la política a seguir frente al coronavirus:

  • Nicaragua no ha establecido, ni establecerá, ningún tipo de cuarentena.

  • Las personas que tengan síntomas de Covid-19 y además tengan algún vínculo con alguien con la enfermedad comprobada, serán ingresadas en una unidad de salud para estudio y seguimiento.

  • Quienes además de lo anterior den positivo en una prueba de Covid-19 serán ingresados a uno de los centros destinados al tratamiento de pacientes con la enfermedad.

  • A las personas que ingresen de países de riesgo (según lo establecido por la OMS) no se les restringirá su movimiento en el país, pero sí se les alertará sobre las medidas de precaución a tomar y se les pedirá un número de contacto y dirección para darles seguimiento tanto por vía telefónica como por medio de visitas.

El 21 de enero, al día siguiente de que las autoridades chinas reportaran un tercer muerto por Covid-2019 y doscientos contagiados fuera de la provincia de Hubei, así como decenas de contagiados en otros países asiáticos, el Ministerio de Salud de Nicaragua, junto con la OPS, anunciaron la alerta epidemiológica.

10 días más tarde, la Comisión Interinstitucional encargada de hacer frente a la emergencia había elaborado un protocolo detallado, en base a experiencias propias y de la OMS, que cubre todos los aspectos de la estrategia para hacerle frente a la pandemia, el cual es actualizado mes a mes conforme va avanzando el conocimiento sobre el nuevo coronavirus y la Covid-19.

El protocolo contiene medidas detalladas sobre vigilancia epidemiológica, procedimientos de laboratorio y toma de muestras, organización de los servicios de Salud, organización interinstitucional, planes de comunicación, etcétera.

Durante las primeras semanas se capacitó a todo el personal de salud y se fue preparando toda la infraestructura médica necesaria para hacerle frente a la pandemia, lo que incluyó la inauguración el 3 de marzo del laboratorio de biología molecular antes mencionado que permite hacer las pruebas del nuevo coronavirus.

Ya el 12 de marzo, los presidentes de Centroamérica (excepto Bukele de El Salvador) participaron en una conferencia virtual para coordinar acciones ante la pandemia. Además, el Gobierno de Nicaragua sostuvo sendas reuniones con sus vecinos fronterizos (Costa Rica y Nicaragua) para coordinar esfuerzos ante la pandemia. Ciertamente, de parte de Nicaragua no ha habido actitudes estridentes y conflictivas, sino de total colaboración en el esfuerzo común por enfrentar la pandemia.

Un país como Nicaragua, dependiente del comercio exterior y de los ingresos del trabajo, sin grandes fuentes naturales de renta en la forma de hidrocarburos u otros recursos energéticos, no puede darse el lujo de “cerrar” la economía a la ligera, mucho menos en una situación como la que había en ese momento, en el que ni siquiera se habían presentado casos importados de Covid-19.

En Nicaragua la mayoría de las familias vive del trabajo por cuenta propia y depende de tener ingresos cada día. El caso es similar en Honduras y El Salvador, donde las draconianas medidas de cuarentena implementadas han motivado fuertes protestas populares e interrupciones de la cuarentena decretada por esos gobiernos. En El Salvador, el desorden en la entrega de una ayuda de 300 dólares provocó protestas y saqueos y en Honduras, las fallas en la prometida entrega de comida a la población obliga a la gente a salir a pedir a la calle.

Con similitudes con la exitosa estrategia sueca para atajar la pandemia, Nicaragua basa la suya en la confianza en la capacidad de la población de tomar medidas preventivas evitando al máximo restringir la actividad económica.

Además, Nicaragua combina este trabajo de educación sobre salud pública con un sistema de detección de posibles casos de Covid-19 que comprende desde las aduanas y aeropuertos hasta el trabajo con las poblaciones fronterizas (tanto al norte con Honduras como al sur con Costa Rica), con las actividad de los centros y puestos de salud a lo largo y ancho del país así como las estructuras de la sociedad civil en todos los barrios y comarcas.

Nicaragua es un país pequeño, es muy difícil ocultar una situación de la gravedad de una infección de Covid-19. Las autoridades de salud hasta la fecha han sido capaces de seguir la pista a cualquier caso sospechoso, no para restringir la libertad de la persona afectada, sino para darle seguimiento y ayuda.

Una acción que fue muy manipulada por la prensa occidental, y por los medios golpistas dentro de Nicaragua, fue la caminata “Amor en tiempos del Covid-19” realizada el sábado 15 de marzo. Esa acción fue interpretada tendenciosamente como una muestra de desprecio por la salud pública y por las medidas de protección contra el coronavirus, cuando en realidad los medios del Poder Ciudadano venían cubriendo el tema de la Covid-19 desde hacía meses.

El mensaje que transmitieron miles de sandinistas y de personas que apoyan al Gobierno sandinista que marcharon ese sábado a la población fue que no había que perder la cabeza y “cerrar” el país, que había que continuar trabajando pero tomando las medidas de precaución que desde hacía semanas se estaban recomendando en los medios.

No fue sino hasta el 18 de marzo, con el reporte del primer caso de coronavirus proveniente de un ciudadano que había estado en Panamá, que Nicaragua dejó la fase inicial de preparación para entrar en la fase de casos importados, en la que actualmente se encuentra. Desde entonces se han reportado cinco casos más, de los cuales dos se han recuperado, uno ha fallecido y otros tres se encuentran bajo tratamiento.

El 19 de marzo, ya con Nicaragua entrada en la fase dos de enfrentamiento a la pandemia, la vicepresidenta Rosario Murillo informaba sobre la capacitación de 250 mil brigadistas de salud que realizarían visitas a más de un millón de hogares en todo el país. A estas alturas los hogares de Nicaragua han sido visitados más de una vez para dar seguimiento a la situación de la Covid-19 en el país.

Es de hacer notar que todo este trabajo en realidad no se limita a informar a la población y a preparar al sistema de salud sobre la Covid-19. Los programas regulares del sistema de salud siguen en pie, así como las jornadas de operaciones gratuitas a la población, etcétera, a la vez que la campaña de prevención de la Covid-19 también se realiza en conjunto con la prevención de la influenza, el dengue, el zika, el chikungunya y demás enfermedades que acechan a la población.

En la actualidad, el pueblo nicaragüense se encuentra disfrutando en tranquilidad y responsabilidad de las vacaciones de Semana Santa. Mucha gente se ha quedado en sus barrios con sus familias, lo que se puede constatar al salir a las calles, que en muchos casos se han convertido en espacio de socialización para los vecinos. Sin embargo, muchos otros han preferido ir a los distintos balnearios del país, o incluso en actividades religiosas, igualmente evitando las aglomeraciones y observando las reglas de higiene.

Para la Semana Santa, los empleados del Estado han recibido asueto desde el sábado 4 al miércoles 15 o 17 de abril (según la actividad), y los estudiantes hasta el 20 de abril, en una suerte de cuarentena suave para todo ese sector, lo que además sirve para cuidar a las personas en grupos de riesgo por la Covid-19 sin recargar a los miembros de la familia que se dediquen al trabajo por cuenta propia.

Aún no se sabe cuál será el desarrollo futuro de la pandemia en Nicaragua. Podría ser, tal y como lo indican ciertos investigadores estadounidenses, que los mayores niveles de vacunación de la población con BCG contra la tuberculosis con respecto, tanto a los de los países euroestadounidenses como latinoamericanos y centroamericanos, se traduzca en un menor impacto de la Covid-19 en Nicaragua. De ser así, esto se convertiría en un tributo a las masivas campañas de vacunación que el sandinismo ha impulsado en los últimos 40 años.

Otro elemento a tomar en cuenta para explicar la menor incidencia que hasta el momento ha tenido esta pandemia en Nicaragua es la merma del turismo euroestadounidense a raíz del derrotado intento de golpe de abril de 2018. En todo caso, hay una serie de factores en juego en este sentido, sobre todo la actividad atenta y operativa sin caer en histerismos que ha mostrado el Gobierno sandinista para enfrentar esta emergencia.

Una cosa es cierta, sin embargo: Si el Gobierno sandinista hubiera actuado ante la Covid-19 como sus vecinos de Honduras y El Salvador, las pérdidas económicas habrían sido mayúsculas aún mucho antes de entrar en la etapa más álgida de la pandemia en nuestra región. Recordemos que los niveles de contagio por millón de habitantes en Centroamérica aún son mucho menores que los de Europa o Estados Unidos-Canadá. Al finalizar la Semana Santa, ambos países vecinos habrán sufrido pérdidas enormes, asumido deudas inasumibles y daños irrecuperables en su relación con la población.

Mientras tanto, Nicaragua sigue esperando la pandemia sin contagio comunitario (hasta el momento), con todas las fuerzas de su sistema de salud intactas, con valiosa experiencia acumulada en el tratamiento de los pocos casos que se han presentado y con una relación fortalecida con la población civil.

El Frente Sandinista, y en especial el liderazgo del comandante Daniel Ortega junto con la compañera vicepresidenta Rosario Murillo, es experto en el arte de la maniobra política de masas, es decir, en la maniobra política rápida y operativa con amplias masas populares organizadas y disciplinadas.

Los ejemplos de esto son múltiples, por ejemplo: La organización en pocos meses de la galardonada Cruzada Nacional de Alfabetización en 1979-80; la organización del Servicio Militar Patriótico en los años 80; el cambio de toda la moneda nacional en menos de 24 horas en 1988 (que privó a la Contra de miles de millones de córdobas que había fugado hacia Honduras) y la derrota del “golpe blando” de 2018, cuando mucha gente fuera de Nicaragua creía que el Frente Sandinista estaba derrotado.

A los cambiantes escenarios de la Covid-19 el Gobierno sandinista responderá de manera flexible pero decidida, priorizando a los sectores más vulnerables y afectando lo menos posible la economía popular, consciente de que más que una enfermedad a la que hay que derrotar, la Covid-19 es un reto para la capacidad de funcionar de la sociedad en su conjunto, más un virus de la sociedad que un virus del individuo.

domingo, 5 de abril de 2020

¿Por qué van tan pocos casos de COVID2019 en Nicaragua?

Políticas de vacunación contra la
tuberculosis (BCG) en el mundo.
En los países de color azul
esta vacuna es obligatoria.
Fuente.

Por Jorge Capelán.

La respuesta a esta pregunta, además de los planes y protocolos aplicados hasta hoy por las autoridades, el Ministerio de Salud y la comunidad organizada, podría estar en las políticas de vacunación sandinistas implementadas desde hace 40 años.

Según una nota de RT, investigadores del Instituto de Tecnología de Nueva York afirman que hay una correlación entre las tasas de mortalidad del coronavirus y el uso generalizado de la vacuna BCG contra la tuberculosis.

"Descubrimos que los países sin políticas universales de vacunación con el BCG, como Italia, Países Bajos y Estados Unidos, se han visto más gravemente afectados en comparación con los países con políticas universales y duraderas de BCG", afirman los autores.

Los investigadores definen a la vacuna BCG como "una nueva herramienta potencial en la lucha contra la Covid-19".

Esta es la nota de Actualidad RT: https://actualidad.rt.com/actualidad/348666-podria-antigua-bcg-matar-coronavirus

Pues ¿saben qué? en 2013 Nicaragua tenía la tasa de cobertura más alta de América Latina en vacunación de BCG en niños menores de 1 año con el 100%. El promedio centroamericano de cobertura era del 89%.

Cobertura de vacuna BCG en 2013: Nicaragua 100%; Belice 99%; Panamá 94%; El Salvador 90%; Guatemala 88%; Honduras 87% y Costa Rica 79%.

El promedio de cobertura de BCG de todo el hemisferio era de 93% y el promedio de toda América Latina también era del 93%.

En el año de 1980, se utilizaban las vacunas BCG, OPV, DPT, Sarampión  y dT. Recordemos las masivas campañas de vacunación promovidas entonces por la Revolución Popular Sandinista. Fue la primera vez en la historia que el pueblo fue vacunado a ese nivel.

O sea que en Nicaragua hay varias generaciones inoculadas contra la tuberculosis con la vacuna BCG gracias a la política de salud sandinista. No está probado, pero la coincidencia entre el mapa de las políticas de vacunación con BCG y el desarrollo de la pandemia de la Covid-19 en el mundo es ciertamente impactante.

Casos de Covid-19 por millón de habitantes
hoy 5 de abril en el mundo.
Fuente: Google.


Este es el informe de la OPS del que se sacaron los datos brindados arriba.
https://www.paho.org/nic/index.php?option=com_docman&view=download&category_slug=datos-y-estadisticas&alias=699-boletin-informativo-sobre-inmunizaciones&Itemid=235

Otro artículo más detallado en el que se discute la hipótesis de los investigadores: https://vacunasaep.org/profesionales/noticias/coronavirus-y-BCG

viernes, 3 de abril de 2020

(+PODCAST) La Covid-19 en Nicaragua

Este episodio de "De Managua con Amor" está dedicado al tema de la Covid-19 en Nicaragua.

Para ello tuvimos la oportunidad de charlar extensamente con la colega periodista de Tu Nueva Radio Ya, Arlen Hernández, una de las personas condecoradas con la orden Rigoberto Cabezas, las distinción más alta que da el Estado de Nicaragua a los hombres y mujeres de prensa. Sin embargo, hay un tema que no podemos pasar por alto en este episodio.

Ayer 2 de abril pasó a otro plano de vida el compañero Jacinto Suárez, militante histórico y Secretario de Relaciones Internacionales del Frente Sandinista. La noticia se supo en el mismo momento en el que estábamos entrevistando a la compañera Arlen, por lo que no pudimos comentarla.

Por eso incluimos en el inicio de este episodio parte del programa Estudio TN8 en el que los periodistas Erving Vega, Fabiola Amador, Arlen y su servidor reflexionamos sobre el significado y el legado del compañero Jacinto para Nicaragua y también para la lucha de nuestros pueblos.

Desbancando las mentiras sobre la Covid-19

En el programa Estudio TN8 los periodistas Erving Vega, Arlen Hernández, Fabiola Amador y Jorge Capelán discutimos los acontecimientos de esta semana marcada por la pandemia del coronavirus.

Jorge Capelán en ExtraPlus: El contexto mundial actual

    El contexto actual mundial es complicado, pero tiene mucho que ver con las diferencias de concepción entre un mundo unipolar y otro ...