Por Jorge Capelán.
managuaconamor.blogspot.com
Este
2 de noviembre, Día de los Fieles Difuntos, las y los jóvenes
sandinistas de todo el país recuerdan a quienes partieron a otro
plano de vida en la lucha por hacer realidad los sueños más
preciados del pueblo nicaragüense.
Álvaro
Sandoval, “El Búho”, es un eternamente joven compañero que
partió a ese otro plano de vida un día como hoy, a 35 años de
distancia, y que seguramente nos está viendo a las
y los sandinistas jóvenes de espíritu
desde donde sea que esté, cuidándonos y tratando de transmitirnos
lo más puro de su amor por este pueblo.
El
compañero Álvaro Sandoval (apodado “El Búho” por los gruesos
lentes que debía portar, porque si no no veía nada) nació
en León el 4 de mayo de 1960, hijo de
María Estela Baltodano, profesora,
y Guillermo Sandoval, taxista. El suyo fue
un hogar humilde. Haciendo grandes esfuerzos, sus padres lo envían a
estudiar al Colegio La Salle. Dicen que
Álvaro se destacaba por ser serio y siempre proteger a sus
compañeritos más débiles cuando otros quisieran abusar de ellos.
En
1971 Álvaro siente en carne propia la opresión del somocismo todo
aquel que osara levantar la voz en contra de la tiranía. Su madre
pierde su trabajo, y recibe la prohibición de ejercer su oficio, por
haber participado en una de las famosas huelgas magisteriales de
aquellos tiempos. No volvería a ejercer de maestra sino hasta
después del 19 de julio de 1979.
En
diciembre de 1973 se realiza
la campaña por
una Navidad sin Reos Políticos y entre
otras los estudiantes de la UNAN se toman
la Catedral de León. Álvaro era uno de
los niños casi jóvenes que se acercaban a
las fogatas y mítines de los
universitarios. Para ese entonces Álvaro
se integra a estudiar al colegio antes
conocido como Anexo Calasanz,
un colegio que los curas habían abierto para jóvenes de las clases
trabajadoras.
Ya
para 1975 se
rompe el período de acumulación de fuerzas en silencio. El FSLN
sale a la luz y con el auge revolucionario
de esos momentos Álvaro
se vincula al
Movimiento Estudiantil de Secundaria. Al
año ya es un dirigente reconocido, atendiendo colegios como el
Técnico La Salle, el Calasanz y el MILT. En 1977 se pone al frente
de las manifestaciones contra la dictadura, repartiendo volantes y
luego participando en tomas de colegios, movilizando al estudiantado.
Participa en las jornadas de masas bajo la consigna de "¡Cese
el aislamiento
de Tomás
Borge y Marcio
Jáen!",
militantes sandinistas desde hacía años enterrados en las
ergástulas de la dictadura.
Esas,
a inicios de 1978, eran jornadas de enfrentamiento desigual contra
una Guardia somocista armada hasta los dientes, contra
la que los muchachos apenas podían oponer
su valor y bombas caseras. En una de esas manifestaciones Álvaro se
ve obligado a replegarse ante el ataque de los soldados con tan mala
suerte que una bomba incendiaria le estalla en la mano causándole
serias quemaduras que lo obligan a permanecer en cuidados intensivos,
pero no en el hospital, sino en una casa de seguridad.
Apenas
recuperado comienza la Insurrección de
Septiembre, y
Álvaro se incorpora con otros muchachos a
una escuadra al mando del compañero Raúl Cabezas Lacayo realizando
diversas acciones de sabotaje económico contra la dictadura pasando
momentos de gran peligro, como cuando su escuadra tuvo que cumplir la
orden de replegarse hacia Managua en esas condiciones, con retenes de
la Guardia por todos lados.
Tras
esa Insurrección,
prólogo de la que 11 meses más tarde
daría al traste con la tiranía, Álvaro
pasa a cumplir tareas en el barrio de San Felipe, en León, pero es
capturado por el tristemente célebre agente de inteligencia “Chele
Aguilera”, siendo encerrado
en la Cárcel de La 21 y sometido a bárbaras torturas, como hacía
la dictadura con todos aquellos sospechosos de pertenecer al Frente
Sandinista.
La
conciencia política de Álvaro y
su excelente estado físico hacen que resista la tortura sin dar
información. Al salir de la cárcel se incorpora de nuevo a la lucha
revolucionaria. Tratando de establecer un contacto en el barrio
indígena de Sutiaba,
Álvaro es detectado y perseguido por un famoso torturador apodado
“Chicho”, dándole
un balazo de fusil Garand que le quita la mitad de la
mano izquierda, sin lograr capturarlo.
Aún
no recuperado del balazo en la mano, Álvaro es trasladado a hacer
trabajo clandestino en Chichigalpa, Chinandega. Los planes de
trasladarlo a Honduras para que se recupere de sus heridas no se
materializan, porque ya el 4 de junio de 1979 comienza en occidente
la Ofensiva Final contra la dictadura y es enviado a hacer labores
organizativas en el barrio Benjamín
Zeledón (San Carlos), tarea en la que
permanecería hasta el triunfo del 19 de julio.
En
agosto de 1979, un mes después del triunfo, Álvaro es asignado a
trabajar en la Juventud Sandinista, donde realiza una destacada labor
en la organización del Ejército Popular de Alfabetización. En
la Cruzada es ubicado en Juigalpa, Chontales, como jefe de brigada y
miembro del Estado Mayor Departamental. Luego regresa a León como
dirigente departamental y luego es trasladado a la Comisión Nacional
Estudiantil de la Juventud Sandinista, pero siempre en contacto con
su León natal.
También en ese período participó en un
curso político de 6 meses con los Komsomoles de la Juventud
Comunista en la URSS.
En
León, Álvaro fue
nombrado Jefe de Exploración en el Batallón 40‑14 y participó
en varias movilizaciones, entre ellas una al
Caribe Norte a
fines de 1982 durante una
coyuntura muy difícil en la que se temía una invasión
estadounidense. En
ese batallón, en su mayoría compuesto por jóvenes, Álvaro
aportaba la nota de madurez y experiencia político-militar
necesaria, sin por ello dejar de ser tan joven como sus compañeros.
También en 1982 Álvaro es ubicado en la Facultad Preparatoria, en
parte con el objetivo de que pueda concluir sus estudios, truncados
por las necesidades de su militancia revolucionaria al servicio del
pueblo, pero poco tiempo después, ante las demandas de la guerra de
agresión contra nuestro pueblo, Álvaro es otra vez llamado a
cumplir con la patria.
Es
así como Álvaro es enviado a integrar el comité zonal del FSLN en
El Cuá, Jinotega, una zona de guerra,
atendiendo varios sectores como El Cedro, Kilambé, Caño de La Cruz,
Tasuá, Bote y Bocaycito. La misión de Álvaro en esa zona era la de
tratar de restar base social a la contrarrevolución en condiciones
muy difíciles, incluso de semiclandestinidad. Es así como Álvaro
cae un 2 de noviembre de 1984, en una emboscada en el sector de El
Cedro-Bocay cuando se dirigía a cumplir la misión de instalar las
Juntas Receptoras de Votos para las elecciones de ese año, las
primeras elecciones democráticas de la historia de Nicaragua.
Se
puede decir que Álvaro nació a la conciencia política, vivió y
partió de este mundo dándolo todo por el pueblo su democracia.
Quienes
conocimos a Álvaro Sandoval,
“El Búho”, damos fe de su combatividad inclaudicable, de su
humildad, de su confianza en el Frente Sandinista, de su arrojo y
valentía a toda prueba, de su identificación con el pueblo y de su
irreprimible alegría de joven revolucionario.