sábado, 2 de noviembre de 2019

Álvaro Sandoval, “El Búho”, joven eterno que dio su vida por nuestro pueblo y su democracia


Por Jorge Capelán.
managuaconamor.blogspot.com

Este 2 de noviembre, Día de los Fieles Difuntos, las y los jóvenes sandinistas de todo el país recuerdan a quienes partieron a otro plano de vida en la lucha por hacer realidad los sueños más preciados del pueblo nicaragüense.
Álvaro Sandoval, “El Búho”, es un eternamente joven compañero que partió a ese otro plano de vida un día como hoy, a 35 años de distancia, y que seguramente nos está viendo a las y los sandinistas jóvenes de espíritu desde donde sea que esté, cuidándonos y tratando de transmitirnos lo más puro de su amor por este pueblo.
El compañero Álvaro Sandoval (apodado “El Búho” por los gruesos lentes que debía portar, porque si no no veía nada) nac en León el 4 de mayo de 1960, hijo de María Estela Baltodano, profesora, y Guillermo Sandoval, taxista. El suyo fue un hogar humilde. Haciendo grandes esfuerzos, sus padres lo envían a estudiar al Colegio La Salle. Dicen que Álvaro se destacaba por ser serio y siempre proteger a sus compañeritos más débiles cuando otros quisieran abusar de ellos.
En 1971 Álvaro siente en carne propia la opresión del somocismo todo aquel que osara levantar la voz en contra de la tiranía. Su madre pierde su trabajo, y recibe la prohibición de ejercer su oficio, por haber participado en una de las famosas huelgas magisteriales de aquellos tiempos. No volvería a ejercer de maestra sino hasta después del 19 de julio de 1979.
En diciembre de 1973 se realiza la campaña por una Navidad sin Reos Políticos y entre otras los estudiantes de la UNAN se toman la Catedral de León. Álvaro era uno de los niños casi jóvenes que se acercaban a las fogatas y mítines de los universitarios. Para ese entonces Álvaro se integra a estudiar al colegio antes conocido como Anexo Calasanz, un colegio que los curas habían abierto para jóvenes de las clases trabajadoras.
Ya para 1975 se rompe el período de acumulación de fuerzas en silencio. El FSLN sale a la luz y con el auge revolucionario de esos momentos Álvaro se vincula al Movimiento Estudiantil de Secundaria. Al año ya es un dirigente reconocido, atendiendo colegios como el Técnico La Salle, el Calasanz y el MILT. En 1977 se pone al frente de las manifestaciones contra la dictadura, repartiendo volantes y luego participando en tomas de colegios, movilizando al estudiantado. Participa en las jornadas de masas bajo la consigna de "¡Cese el aislamiento de Tomás Borge y Marcio Jáen!", militantes sandinistas desde hacía años enterrados en las ergástulas de la dictadura.
Esas, a inicios de 1978, eran jornadas de enfrentamiento desigual contra una Guardia somocista armada hasta los dientes, contra la que los muchachos apenas podían oponer su valor y bombas caseras. En una de esas manifestaciones Álvaro se ve obligado a replegarse ante el ataque de los soldados con tan mala suerte que una bomba incendiaria le estalla en la mano causándole serias quemaduras que lo obligan a permanecer en cuidados intensivos, pero no en el hospital, sino en una casa de seguridad.
Apenas recuperado comienza la Insurrección de Septiembre, y Álvaro se incorpora con otros muchachos a una escuadra al mando del compañero Raúl Cabezas Lacayo realizando diversas acciones de sabotaje económico contra la dictadura pasando momentos de gran peligro, como cuando su escuadra tuvo que cumplir la orden de replegarse hacia Managua en esas condiciones, con retenes de la Guardia por todos lados.
Tras esa Insurrección, prólogo de la que 11 meses más tarde daría al traste con la tiranía, Álvaro pasa a cumplir tareas en el barrio de San Felipe, en León, pero es capturado por el tristemente célebre agente de inteligencia “Chele Aguilera”, siendo encerrado en la Cárcel de La 21 y sometido a bárbaras torturas, como hacía la dictadura con todos aquellos sospechosos de pertenecer al Frente Sandinista.
La conciencia política de Álvaro y su excelente estado físico hacen que resista la tortura sin dar información. Al salir de la cárcel se incorpora de nuevo a la lucha revolucionaria. Tratando de establecer un contacto en el barrio indígena de Sutiaba, Álvaro es detectado y perseguido por un famoso torturador apodado “Chicho”, dándole un balazo de fusil Garand que le quita la mitad de la mano izquierda, sin lograr capturarlo.
Aún no recuperado del balazo en la mano, Álvaro es trasladado a hacer trabajo clandestino en Chichigalpa, Chinandega. Los planes de trasladarlo a Honduras para que se recupere de sus heridas no se materializan, porque ya el 4 de junio de 1979 comienza en occidente la Ofensiva Final contra la dictadura y es enviado a hacer labores organizativas en el barrio Benjamín Zeledón (San Carlos), tarea en la que permanecería hasta el triunfo del 19 de julio.
En agosto de 1979, un mes después del triunfo, Álvaro es asignado a trabajar en la Juventud Sandinista, donde realiza una destacada labor en la organización del Ejército Popular de Alfabetización. En la Cruzada es ubicado en Juigalpa, Chontales, como jefe de brigada y miembro del Estado Mayor Departamental. Luego regresa a León como dirigente departamental y luego es trasladado a la Comisión Nacional Estudiantil de la Juventud Sandinista, pero siempre en contacto con su León natal. También en ese período participó en un curso político de 6 meses con los Komsomoles de la Juventud Comunista en la URSS.
En León, Álvaro fue nombrado Jefe de Exploración en el Batallón 40‑14 y participó en varias movilizaciones, entre ellas una al Caribe Norte a fines de 1982 durante una coyuntura muy difícil en la que se temía una invasión estadounidense. En ese batallón, en su mayoría compuesto por jóvenes, Álvaro aportaba la nota de madurez y experiencia político-militar necesaria, sin por ello dejar de ser tan joven como sus compañeros. También en 1982 Álvaro es ubicado en la Facultad Preparatoria, en parte con el objetivo de que pueda concluir sus estudios, truncados por las necesidades de su militancia revolucionaria al servicio del pueblo, pero poco tiempo después, ante las demandas de la guerra de agresión contra nuestro pueblo, Álvaro es otra vez llamado a cumplir con la patria.
Es así como Álvaro es enviado a integrar el comité zonal del FSLN en El Cuá, Jinotega, una zona de guerra, atendiendo varios sectores como El Cedro, Kilambé, Caño de La Cruz, Tasuá, Bote y Bocaycito. La misión de Álvaro en esa zona era la de tratar de restar base social a la contrarrevolución en condiciones muy difíciles, incluso de semiclandestinidad. Es así como Álvaro cae un 2 de noviembre de 1984, en una emboscada en el sector de El Cedro-Bocay cuando se dirigía a cumplir la misión de instalar las Juntas Receptoras de Votos para las elecciones de ese año, las primeras elecciones democráticas de la historia de Nicaragua.
Se puede decir que Álvaro nació a la conciencia política, vivió y partió de este mundo dándolo todo por el pueblo su democracia.
Quienes conocimos a Álvaro Sandoval, “El Búho”, damos fe de su combatividad inclaudicable, de su humildad, de su confianza en el Frente Sandinista, de su arrojo y valentía a toda prueba, de su identificación con el pueblo y de su irreprimible alegría de joven revolucionario.

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