Altares de La Purísima en la Avenida de Bolívar a Chávez en Managua. |
Jorge Capelán
managuaconamor.blogspot.com
Hay que agradecerle a la Revolución Sandinista la preservación y el rescate de una de las expresiones más democráticas y populares de la cultura de Nicaragua, La Purísima en honor a la Virgen María, que se celebra entre el 28 de noviembre y el 8 de diciembre con un clímax el día 7 con La Gritería, la fiesta más popular del año para la mayoría de los nicaragüenses.
Aunque es una festividad católica, casi todos los nicaragüenses sin importar su fe participan en algún momento de esta celebración, especialmente el 7 de diciembre en La Gritería, cuando en muchos hogares se construyen altares a la Virgen, se canta en su honor y se reparten golosinas a los visitantes.
En La Gritería, grupos de adultos, y en especial de niños, van de casa en casa gritando en los altares "¿Quién causa tanta alegría? ¡La concepción de María!" y recibiendo los dulces que por lo general guardan en bolsas u otros recipientes (conocidos popularmente como "la gorra") para disfrutar más tarde. En los otros días de la celebración se organizan rezos a la Virgen en los que se cantan cánticos y también se reparten dulces.
En realidad, la celebración de La Purísima es la expresión más pura del sincretismo religioso nicaragüense. Lo indígena está representado por el tipo de dulces y de juguetes que se reparten, históricamente productos elaborados a base de maíz, coco o frutas autóctonas, así como de los juguetes y artesanías que también forman parte de la popular "gorra": Tocados indígenas, "chischiles" o sonajeros, flautas de caña, etcétera.
Otro elemento de la tradición indígena es la abundancia de pólvora, que aunque es un producto importado de occidente, ejerce una innegable atracción sobre los pueblos mesoamericanos. Existen teorías de que los mayas ya conocían el uso de la pólvora hace miles de años, pero eso es de secundaria importancia: El simbolismo de la quema de pólvora se hace evidente al conocer la realidad de estas tierras mesoamericanas repletas de volcanes, en especial en el caso de Nicaragua.
También es importante resaltar otro elemento de La Purísima: El de la celebración de la solidaridad y el amor.
“Además, la tradición de La Purísima es una tradición solidaria, porque es dar, es dar a quienes llegan a cantar a la Virgen, lo que podemos darle cada uno, limón, un banano, una caña, un dulce, una cajeta, una maraca, un indio, una matraca, un pito, lo que podemos dar en nombre de María y lo hacemos además invocando siempre protección y bendición a las familias nicaragüenses. María Reina de la Paz y Madre de los y las nicaragüenses”, dice la compañera vicepresidenta Rosario Murillo en una reciente alocución en los medios.
Si bien las festividades en honor a la Purísima Concepción de María se celebran en muchos países del mundo católico, La Gritería es una festividad autóctona de Nicaragua surgida en el siglo XVIII. Históricamente se ha celebrado con mayor fervor en las ciudades de León, Granada y El Viejo, aunque en la actualidad se ha extendido por todo el país.
En La Gritería los hogares, incluso los más humildes en algunos lugares, como la Comunidad Indígena de Sutiaba en León, levantan altares a la Virgen ofreciendo "gorra" a quienes se acerquen a gritar vivas y a cantar algunas estrofas de alguno de los muchos cantos dedicados a la Inmaculada Concepción que a lo largo de las generaciones se han creado para estas fechas. Esta "gorra" tradicionalmente (y hasta no hace mucho) estaba compuesta solo por dulces, frutas y artesanías autóctonas.
Si bien las distinciones de clase siempre estuvieron presentes en la celebración de La Purísima, con las clases más pudientes realizando altares exclusivos en los que se repartían productos también exclusivos a invitados especiales, el carácter popular siempre se mantuvo a pesar de que las familias tuvieran que hacer gastos extraordinarios para costearla. Muchas familias empezaban a ahorrar para su Purísima con meses de anticipación, y todavía en muchos lugares lo siguen haciendo.
Mientras el pueblo se aferraba con toda su fe y energía a "su" Purísima, incluso en épocas en las que el analfabetismo era la norma y el morir antes de tiempo a causa de enfermedades prevenibles el más probable destino para la mayoría de la población, fue la Revolución Popular Sandinista, triunfante el 19 de julio de 1979, la que ayudó a garantizar que La Purísima siguiera en manos del pueblo nicaragüense.
Ya en los años 80, y contrario a lo que decía la propaganda estadounidense de la época (y lo sigue diciendo hoy en día), de que la Nicaragua sandinista perseguía la libertad religiosa, el Gobierno hizo todo lo posible para que se mantuviera el carácter popular de La Purísima, por ejemplo, asegurando que productos utilizados en ella, como las naranjas, la caña de azúcar, los dulces o las artesanías de la "gorra" no escasearan y fueran asequibles en los mercados. También en aquella época muchas alcaldías comenzaron a organizar altares públicos de La Purísima en los que se repartía "gorra" a toda la población.
Con la derrota electoral de 1990, el carácter popular y solidario de La Purísima fue fuertemente debilitado por las políticas neoliberales implementadas durante 16 años por los gobiernos de derecha. Los sectores populares, afectados por el desempleo y la pobreza, cada vez tenían menos posibilidades de costear sus altares mientras que los ricos hacían novenas (rezos de 9 días en honor a la Virgen) exclusivas para "damas de alcurnia", con regalos "finos", etcétera.
Muchas veces, para La Gritería, las casas de clase media-alta o alta organizaban ostentosos altares con música estridente y lanzaban desde sus patios enrejados caramelos o juguetes al pobrerío que se agolpaba afuera, en la calle oscura, para cazarlos al aire, en un ofensivo espectáculo de denigración organizada.
Desde que el Frente Sandinista regresó al poder en 2007, comenzó a retomar su política de los años 80 a partir de las condiciones del siglo XXI, con una Nicaragua ya fuertemente urbanizada y (para bien o para mal) con otros patrones de consumo, distintos de los de hacía tres décadas.
Fue así que se impulsaron los altares a la Virgen en todos los municipios a cargo de las instituciones del Estado, así como las novenas y la propia Gritería en hospitales, escuelas y centros de trabajo. En muchos lugares, los trabajadores hacen un fondo común para celebrar sus Purísimas invitando a familiares y amigos.
En el caso de Managua, un lugar de visita obligado desde fines de noviembre hasta Fin de Año es la Avenida de Bolívar a Chávez, adornada por decenas de grandes altares a la Virgen y pobladas por cientos de kioscos que ofrecen todo tipo de comida a precios accesibles para todas las familias.
La novedad más reciente, desde hace unos pocos años, es la celebración de Purísimas acuáticas, en las que la imagen de la Virgen es transportada en todo tipo de embarcaciones, desde ferris de pasajeros hasta humildes lanchas de pescadores. Estas Purísimas acuáticas actualmente se realizan en todos los lagos, grandes ríos y puertos de Nicaragua.
También se impulsa cada año una política para garantizar el abastecimiento de productos para La Purísima a precios accesibles en todos los mercados. Esto ha sido especialmente importante a partir de la derrota de la intentona golpista del año pasado, uno de cuyos efectos fue el mayor empoderamiento en las instancias de decisión económica de los sectores de la economía familiar, asociativa, cooperativa y comunitaria, que representan la mayor parte del empleo, así como del ingreso disponible y de la generación de la riqueza en el país.
A todo esto hay que agregarle los esfuerzos que realiza el Gobierno sandinista para apoyar a los artesanos, no solo con acceso a materias primas, etcétera, sino también con capacitaciones y asesorías para que desarrollen los productos tradicionales que ofertan para estas épocas, desde los alimentos hasta los juguetes, y las decoraciones y las imágenes de los altares.
Incluso, esfuerzos para promover el diseño nacional, como la plataforma Nicaragua Diseña, que promueve y fomenta la economía creativa y emprendedora a través del diseño, el arte y la moda, están insertos en esta filosofía de partir de y de fortalecer las raíces culturales propias de Nicaragua, entre ellas las celebraciones en honor a la Virgen.
La esencia de La Purísima no se ha perdido, sigue viva y es parte fundamental de la nicaraguanidad. Es la celebración de la solidaridad y de la comunidad en permanente construcción que es Nicaragua. También es una celebración de la comunidad de Nicaragua con todo el mundo y con todo el género humano.
Hoy en día (y desde hace ya varias décadas) se reparten demasiados objetos de plástico, demasiados jugos industriales y demasiados vasitos de gelatina, pero siempre, infaltables, deben estar la chicha de maíz, la caña de azúcar, el banano, el "gofio" (dulce hecho de maíz) o el "coyolito" (dulce de la fruta de una palma), así como tampoco pueden faltar la flauta, la matraca, el "indio" o cualquiera de los tradicionales juguetes artesanales de La Purísima. Sin esos elementos, ninguna Purísima le haría honor a su nombre.
En medio de los patrones aberrantes de consumo impuestos por el mercado mundial, el Gobierno sandinista logra mantener vigorosa la esencia de esta fiesta y dotarla de más vitalidad que nunca de cara a un siglo XXI que va a necesitar de mucha solidaridad y mucho amor para salvar a la Madre Tierra.
La resistencia indígena que le dio raíces a La Virgen venida de España con su maíz, sus chischiles y su abundante pólvora, sigue viva en las políticas que impulsa el Frente Sandinista, instrumento político de lo mejor de todo el pueblo de la Nicaragua bendita y siempre libre.