El techo de vidrio del Presidente Alvarado tras criticar a Nicaragua por lo sucedido en 2018
Por Mario Zúniga
Periodista de Radio Sandino
Durante dos semanas Costa Rica se mantiene convulsionado por protestas sociales masivas para reclamarle al Presidente Carlos Alvarado por pretender hecharle encima a la clase más humilde el enorme peso del compromiso adquirido con el FMI por hasta 1750 millones de dólares para salir del embrollo económico provocado por medidas extremas ante la Pandemia del Coronavirus.
Nosotros aquí en Nicaragua estamos observantes, pero no sólo porque hay ahí en ese país cientos de miles de nicaragüenses que de por sí ya la estaban viendo fea por el confinamiento extremo; sino también porque el Gobierno de Alvarado, él mismo sobre todo, se entrometió en los asuntos internos de Nicaragua ante la situación vivida en 2018.
El Sr. Alvarado no le temblaba la voz para comparecer en medios locales o extranjeros, y hasta en foros internacionales, para acuñar o repetir cualquier mentira sobre lo que acontecía en Nicaragua. Aseguraba que la policía no debía usar la fuerza contra los manifestantes, que no debían existir presos por los disturbios y que los tranques eran legítimos y legales.
Decía Alvarado, que todo eso constituía una Dictadura en Nicaragua. Pero lo que en realidad quería el presidente tico era desviar la atención de su pueblo ante problemas serios que tienen, y que ahora le explotan en la cara, y de paso quedar bien con Estados Unidos, país al que siempre han respondido los gobiernos peleles de la mal llamada "Suiza de Centroamérica".
Ahora, en tan sólo dos semanas de protestas verdaderamente sociales en su país al joven inexperto presidente se le han presentado todas las situaciones que él criticó y más aún.
Los medios costarricenses dan cuenta de decenas de "bloqueos" improvisados por personas comunes, desarmadas y que no responden a ningún Partido político. Con razón no le llaman tranques como aquí, pues estos eran muy diferentes.
Al pasar los días, la mayoría de estos han sido desmontado por la fuerza por parte de una policía supuestamente civil pero que carga armas largas de fuego, pertrechos de autoprotección, carros destructores importados desde... Estados Unidos y gas lacrimogeno. A pesar de todo el pueblo ha tratado de resistir organizándose a como puede.
Tal cual pasó en Nicaragua, la iniciativa presidencial que causó la discordia fue retirada. Pero he aquí también una diferencia, en Nicaragua la propuesta de reforma a la Seguridad Social fue tomada como pretexto por una clase política desesperada por encontrar "razones" para sus objetivos y además era una iniciativa equilibrada para todos los sectores.
En cambio, en Costa Rica Alvarado quiere pagarle al FMI su mal gobierno sangrando a la clase trabajadora y más desposeída protegiendo al gran empresariado y sectores más ricos. Además el pueblo tico jamás creyó que su mandatario quería realmente retirar la moción sino más bien desmontar las protestas y maquillarla para ponerla de nuevo en la Mesa. Mesa de diálogo que propuso pero con sectores que nada estaban reclamando en las calles.
Los grandes medios de la nación del sur de la región rápidamente se alinearon a su gobierno, acaso sospechando que ellos también han sido parte de las críticas hasta xenofóbicas contra Nicaragua; y empezaron a resaltar la cantidad de policías heridos que han resultado cuando éstos emplazan a los marchistas con fuerza brutal o dictatorial. Los videos y reportes civiles en redes sociales han logrado delatar las intenciones de las grandes corporaciones.
A este momento son decenas de personas detenidas ya con procesos judiciales avanzando, derecho que tuvo el Gobierno de Nicaragua cuando intentó sentar en el banquillo de los acusados a quienes destruyeron la economía, mataron, saquearon y robaron desde los tranques. Pero ahí salía el Presidente Carlos Alvarado asegurando que eran presos políticos y hasta tuvo que aceptar a la fuerza a migrantes nicas que no eran más que delincuentes huyendo de la justicia.
En ese sentido, incluso Alvarado anduvo en gira internacional buscando fondos económicos para supuestamente invertir en los "auto exiliados" nicaragüenses.
Finalmente, he de poner en balance el hecho de que aún ningún grupo político le solicita la rendición o deponer su mandato presidencial al Sr. Alvarado a pesar de que la situación que vive el pueblo es grave. No ha pasado, pues ha tenido cuidado de no reunirse con los demandantes y fabrica reuniones políticas con sectores con los que se entiende. Aquí en Nicaragua si pasó, y es precisamente lo que delató el golpe de estado que se impulsó además con apoyo extranjero abierto y grupos políticos extremistas aprovecharon la indignación generada en una parte de la gente que se dejó engañar con una ola de mentiras mediáticas y haciendo uso de las redes sociales.
Se puede ahondar y seguir encontrando puntos de comparación con sus diferencias, pero basta para decirle al presidente tico que la próxima vez que quiera meter sus narices en Nicaragua mejor se ocupe de sus propios asuntos para que luego no le exploten en la cara.