domingo, 2 de octubre de 2022

Uno de los discursos más importantes del siglo xxi

 


Por Jorge Capelán.

El discurso de Vladímir Putin con motivo de la firma de los tratados de adhesión de las regiones de RPD, RPL, Zaporozhye y Kherson a Rusia el 30 de septiembre, pasará a la historia como una de las expresiones más claras de antiimperialismo, anticolonialismo y antirracismo en este siglo.

Merece estar a la par de aquella famosa advertencia del comandante Fidel Castro a George W. Bush el 13 de mayo de 2004 en la Tribuna Antiimperialista de La Habana «Salve César, los que van a morir te saludan», o de aquel lapidario comentario, también dirigido al entonces emperador estadounidense por el comandante eterno Hugo Chávez Frías, aquel memorable 20 de septiembre de 2006 ante las Naciones Unidas: «Aquí huele a azufre».

El discurso tuvo como contexto el reconocimiento a la incorporación voluntaria y por aplastante mayoría de las regiones bajo control ruso en Ucrania, lo que marca un nuevo giro en la guerra.

Aún más significativo desde la perspectiva rusa es que las regiones RPD, RPL, Zaporozhye y Kherson (que en general coinciden con la histórica "Nueva Rusia") en realidad han pertenecido a Rusia desde hace siglos.

«Estoy seguro de que la Asamblea Federal apoyara las leyes constitucionales sobre la aceptación y formación en Rusia de cuatro nuevas regiones, de cuatro sujetos de la Federación de Rusia, porque así fue la decisión de millones de personas. Y eso, claro está, es su derecho, un derecho inalienable que está establecido en el artículo 1 de la Carta de la ONU. Repito, este es un derecho inalienable de las personas, se basa en la unidad histórica; en su nombre vencieron las generaciones de nuestros antepasados, aquellos que, desde los orígenes de la Antigua Rus, durante siglos, construyeron y defendieron Rusia. Aquí, en Novorossia, lucharon Rumiántsev, Suvórov y Ushakov, mientras Catalina II y Potemkin fundaban nuevas ciudades. Aquí nuestros abuelos y bisabuelos lucharon hasta la muerte durante la Gran Guerra Patria», dijo el mandatario.

«Quiero que las autoridades de Kiev y sus verdaderos amos en Occidente me escuchen, para que todos recuerden esto:las personas que viven en Lugansk y Donetsk, Kherson y Zaporozhye se han convertido en ciudadanos rusos para siempre», agregó.

En su alocución, el presidente ruso fue mucho más allá del «conflicto ucraniano» para literalmente poner al desnudo las verdaderas pretensiones del denominado Occidente colectivo.

«Occidente está dispuesto a pasar por encima de todo para preservar el sistema neocolonial que le permite parasitar, de hecho saquear, al mundo a expensas del poder del dólar y los dictados tecnológicos, para cobrar verdadero tributo a la humanidad, para extraer la principal fuente de prosperidad no ganada, la renta de la potencia hegemónica. El mantenimiento de esta renta es un motivo clave, genuino y absolutamente egoísta. Por eso les interesa la desoberanización total. De ahí su agresión hacia los Estados independientes, hacia los valores tradicionales y las culturas originarias, los intentos de socavar los procesos internacionales y de integración fuera de su control, las nuevas monedas mundiales y los centros de desarrollo tecnológico. Para ellos es fundamental que todos los países entreguen su soberanía a Estados Unidos», dijo Putin en una parte medular de su discurso.

Esta definición, a veces descalificada como «fanfarrona», cuando no lisa y llanamente ignorada por la dictadura propagandística occidental, no es pasada por alto por los liderazgos políticos del Sur, que la ven como una exacta descripción de la situación mundial actual, y en especial de la de sus propios países. La «guerra de Ucrania» en realidad es la guerra del Occidente colectivo contra el mundo.

A partir de la definición anterior, Putin explica el por qué del odio antirruso desatado por Occidente a escala planetaria:

«Quiero volver a subrayar: en la codicia, en la intención de preservar su poder ilimitado, es precisamente donde están las verdaderas razones de la guerra híbrida que Occidente, como colectivo, está librando contra Rusia. Nos desean, no libertad, sino que nos quieren ver como una colonia. No quieren una cooperación en igualdad de condiciones, quieren robar. Quieren vernos, no como una sociedad libre, sino como una multitud de esclavos sin alma. Para ellos, nuestro pensamiento y filosofía son una amenaza directa, y por eso atentan contra nuestros filósofos. Nuestra cultura y arte son un peligro para ellos, por lo que están tratando de prohibirlos. Nuestro desarrollo y prosperidad también es una amenaza para ellos: la competencia está creciendo. Ellos no necesitan en absoluto a Rusia, somos nosotros la que la necesitamos», dijo.

En su discurso, Putin hizo una clara exposición de la nación rusa como un hecho eminentemente geopolítico: Rusia es la expresión más fuerte de la unión de los pueblos eslavos de Eurasia en torno a un proyecto civilizatorio que combina la diversidad con una base cultural y espiritual común, no es el invento de una élite, sino la lucha por la sobrevivencia de todo un conjunto de pueblos a lo largo de siglos, por eso su nacionalismo es muy distinto de otros.

«Ya hemos oído sobre la contención de Rusia, China e Irán. Considero que los próximos serán otros países de Asia, América Latina, África y Oriente Medio, e incluso los actuales socios y aliados de EEUU. Sabemos que cuando algo no les gusta, imponen sanciones contra sus aliados: ahora lo hacen contra un banco, luego contra otro; ahora lo hacen contra una empresa, luego contra otra. Es la misma práctica y se ampliará. Apuntan a todos, incluidos nuestros vecinos más cercanos, como los países de la Comunidad de Estados Independientes (СEI)», advirtió.

«Desde todos lados solo escuchamos que 'Occidente defiende el orden basado en reglas'. ¿De dónde vienen? ¿Quién vio estas reglas? ¿Quién estuvo de acuerdo? Escuchen, esto es solo una estupidez, puro engaño, ¡dobles o ya triples estándares! Simplemente, piensan que están tratando con tontos. Rusia es una gran potencia milenaria, un país-civilización, y no vivirá bajo estas reglas falsas y amañadas», dijo el mandatario.

De ahora en adelante, cualquier ataque de los títeres occidentales de Kiev contra las regiones de RPD, RPL, Zaporozhye y Kherson será considerado como un ataque contra Rusia, y cualquier apoyo occidental a Ucrania será considerado como una toma de partido por una guerra directa contra Rusia - algo que a todas luces choca con la opinión pública de los países occidentales a ambos lados del Atlántico. La guerra entra en una nueva fase y no deja a nadie al margen.

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