El pueblo sandinista celebrando la victoria en las elecciones municipales. (Foto: El 19 Digital) |
Por Jorge Capelán.
¡Fantástico! Ganamos en todos los 153 municipios del país. 73.72% para el FSLN. (datos preliminares)
Difícilmente la derecha nicaragüense, logre recuperarse de este golpe. Su destino quedó sellado en 2018 cuando participó en el derrotado intento de "revolución de colores" promovido por los Estados Unidos y algunos países europeos. Durante unos días sacaron partido de la confusión creada por los golpistas a sueldo de los países occidentales, pero poco a poco el pueblo se fue dando cuenta del engaño y entendió que solo el Frente Sandinista estaba genuinamente comprometido con el país.
Todavía en Nicaragua queda mucha gente influida por las ideas de la derecha colonialista, pero con la mano en el corazón, una gran mayoría de quienes pertenecen a ese grupo ya no se reconocen ni en sus representantes ni en sus descendientes, y poco a poco terminarán por sumarse al FSLN como ya lo han hecho cientos de miles de sus conciudadanos.
Lo que vimos el domingo 6 de noviembre fue el resultado de esa debacle de la derecha teñida de malinchismo y de la existencia de un fuerte núcleo de la población que decididamente apoya las políticas impulsadas por el comandante Daniel Ortega y la vicepresidenta Rosario Murillo. En total, por el Frente Sandinista votaron 1 millón 442 mil 681 electores y electoras (73.72%) mientras que por la oposición lo hicieron 514 mil 393 (26.28%).
La participación en los comicios fue muy alta, alrededor del 53% (1.95 millones de unos 3.7 millones de electores) [Atención: Según el último informe del CSE, la participación fue del 57.09% del padrón (2.1 millones de casi 3.7 millones inscritos)], mucho mayor que en muchos otros países, por ejemplo en la "democrática" vecina, Costa Rica, donde la participación en las municipales de 2020 fue de solo 25,4% --una tendencia que se viene registrando desde hace muchos años.
Los partidos de oposición no pudieron movilizar a la gente, no por no tener posibilidades, sino porque simplemente no tienen nada que ofrecer. ¿Qué van a ofrecer, si no se pueden sacar de encima la mancha del malinchismo y los intereses personales? La oposición, para seguir existiendo, debería reinventarse, pero es difícil hacerlo compitiendo con un partido como el FSLN, que ha hecho suyo el programa político de toda la nación nicaragüense.
Hablando de la participación, en primer lugar hay que decir que, contrario a lo que sostiene la propaganda occidental, las condiciones de cedulación de los electores y de organización del proceso electoral son hoy en día las mejores de toda la historia del país. Todo el mundo tiene cédula, ha habido medios informáticos y conexión a Internet en todos los locales de votación, la capacitación del personal electoral (de todos los partidos), no solo ha sido excelente, sino también ha sido libre de la nefasta injerencia de las ONG occidentales "pro democracia", y un gran número de etcéteras.
Predeciblemente, ya el diario de la CIA en Managua, La Prensa, activó el operativo de "denuncia" de un "fraude", hablando de urnas abiertas y de amenazas a personas para que votaran por el FSLN, pero ese argumento tiene un pequeño inconveniente: no se corresponde con la realidad del país. El domingo no hubo el más mínimo incidente, a pesar de que en esta ocasión la Policía Nacional no anunció ningún estricto plan de seguridad. Ni siquiera decretó una prohibición de la venta de licor, solamente "recomendó" a la población no hacer grandes fiestas al aire libre.
El ambiente que se vivió en todo el país fue muy distendido, prueba de que la retórica insurreccional promovida por los Estados Unidos y sus aliados y clientes en 2018 está totalmente reñida con la realidad. Lo cierto es que el FSLN es un partido hegemónico en Nicaragua. El Frente Sandinista ganó en históricos reductos del antisandinismo donde nunca antes había ganado. Solo en un puñado de municipios, el Frente Sandinista ganó con menos del 51% de los votos: Ciudad Antigua (49.39) en Nueva Segovia, Tortuguero (47.04) en el Caribe sur, San José de los Remates (48.03) en Boaco, Santo Domingo (48.15) en Chontales y Waspán (50.22) en el Caribe Norte.
Algunos expertos creen ver un peligro en la hegemonía política del Frente Sandinista en Nicaragua, pero en realidad es una oportunidad histórica para profundizar la democracia con un programa inclusivo y de futuro. El creer que la democracia debe ser una constante pugna entre antagonistas es un prejuicio liberal de la versión que hoy en el mundo está haciendo agua por los cuatro costados, con una total falta de confianza hacia la política y los políticos (como en la vecina Costa Rica).
El reto para el FSLN tras esta impresionante victoria en las elecciones municipales es mejorar y profundizar lo que ya se ha venido haciendo. Las políticas impulsadas por el Frente Sandinista están firmemente ancladas en el sentir y las aspiraciones del pueblo, pero a medida que el país se desarrolla, también se desarrollan las demandas democráticas del pueblo. Estas elecciones marcan el inicio de una nueva era democrática en Nicaragua.