miércoles, 12 de octubre de 2022

Resistencia de Úteros, valentía de mujeres indígenas

 


Por Enrique Beteta Acevedo.

Nuestra Patria la Nicaragua Bendita y libre fue vista por los españoles en 1502 por primera vez se habla de un español que venía a cargo de esas embarcaciones que se hacía llamar Cristóbal Colón, siendo su cuarto viaje por estos rumbos, al llegar  cerca de nuestras aguas se vio complicado su trajín, cuando dobló un accidente geográfico ubicado en el extremo oriental del río Coco, sus tripulantes pensaron que hasta ahí llegarían por lo violento de las olas, pero al entrar a ese espacio las aguas se calmaron y es así que bautizó con el nombre de Cabo Gracias a Dios por haber pasado la tormenta que amenazó con sus vidas.

Los historiadores afirman que la población de este país al llegar los primeros conquistadores españoles era cercana al millón de habitantes y 60 años después, había quedado reducida a cerca de 10 mil indígenas.

Nuestros indígenas acostumbrados a la vida colectiva, a rendirle honores a la naturaleza, amar el sol, adorar la luna, cantarle al viento con gritos y danzas, respetar las estrellas, los árboles, los ríos, enamorados de su fauna libre, desconocían la suerte que les esperaba con los conquistadores españoles que llegaron con la fineza intención de robar todas las riquezas y someter a nuestros antepasados a punta de la Cruz y la espada.

Nuestros aborígenes, en especial las mujeres, no avizoraban la tragedia que se les avecinaba ni el exterminio a que serían sometidas, no había ni señal del futuro aterrador, la destrucción que estaban por vivir en manos de los conquistadores.

Al desatarse la cacería desigual contra nuestros indígenas y aborígenes, la matanza, la esclavitud, el sometimiento, las torturas de los montados en esas bestias, disparando fuego con espejos en sus sombreros, llego el momento de resistir de todas las formas y de todas las tribus existentes en nuestro territorio.

En 1528 unos 18 caciques se rebelaron contra el déspota gobernador y éste los mandó a capturar.

En un cruel e inhumano espectáculo los hizo devorar por perros hambrientos, trascendiendo como uno de los episodios más trágicos de la conquista en este país.

Ante toda esa tragedia nuestras aborígenes iniciaron una protesta, en un momento de la etapa colonial, las nativas, sencillamente, se negaron a parir para evitar con ello que los colonialistas obtuvieran más esclavos.

Llama la atención esta primera huelga de úteros del mundo, que promovieron las mujeres indígenas nicaragüenses en una protesta sin precedentes contra la esclavitud de que eran víctimas, durante el mandato de Pedrarias Dávila (1527-1531).

Cuántas féminas se sumaron a esta huelga de úteros y en qué fecha exacta lo hicieron, son interrogantes para las cuales carecemos de respuestas, al menos por el momento, pero era necesario recordar el hecho, dormido entre papeles por demasiado tiempo, pero con una importancia histórica que debemos de rescatar y dar a conocer.

Un hecho así, que enaltece el amor patrio, la dignidad humana y la virtud, vale la pena recordarlo todos los días, por importancia histórica y resaltar lo digno de la lucha de nuestro pueblo, merece que lo recordemos y demos a conocer siempre.

Por su parte, Dávila Bolaños documenta su teoría con el testimonio del cronista Francisco López de Gómara: ‘No dormían (los indios) con sus mujeres para que no parieran esclavos de españoles. Como en dos años no nacían niños, y Pedrarias les prometió buen trato, y sí parían no los mataban’.

Singular protesta, posiblemente la única en su género referida por los historiadores, que demuestra el temple de las indígenas nicaragüenses, compañeras de valientes hombres, que prefirieron renunciar al placer inmenso de ser madres antes de ver subyugados al fruto de sus vientres, antes de ver que sus hijos se convirtieran en esclavos del invasor colonialista y conquistador español.

Aunque con muy pocos datos sobre el interesante tema, nos adentramos en él convencidos de su importancia histórica, de su papel en su época, como lo fueron otras formas de enfrentar la presencia extranjera, a través de levantamientos, batallas, luchas, por ejemplo.

La inusual huelga de úteros, posiblemente la única en América, protagonizada por las indígenas en Nicaragua, la sitúa el reconocido investigador, ya fallecido, Alejandro Dávila Bolaños como la primera oposición al dominio colonialista español.

Las mujeres indígenas tuvieron la valentía de protestar frente a la esclavitud con una excepcional: la negativa a reproducirse.

Esa fuerza presente desde nuestros ancestros indígenas vive en nuestra lucha diaria, el mismo espíritu combativo de Diriángen, es la misma fuerza de los indios que ante el filibusterismo juró sacar del país a los gringos que se querían adueñar de nuestras tierras, dando la lucha para expulsarlos, los mismos indios flecheros que lucharon en la Hacienda San Jacinto que cuentan los narradores de esas crónicas que practicaban con mazorcas de maíz al aire para desgranarlas a punta de flechas y al caer al suelo no llevaba ningún grano esa mazorca de la habilidad con la puntería, el espíritu de José Dolores Estrada, Andrés Castro, Sandino, Carlos Fonseca y Rigoberto espíritu que nos lleva a no vendernos ni rendirnos ante nadie.

Enrique Beteta Acevedo
11 octubre 2022
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